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HISTORIA DE

1

LA CIVILIZACIÓN

PERUANA

265

"Metíanles en el pallar de la oreja unos palitos delgados,

y

cada día otros un poco más gruesos, hasta que les venían a poner

una rodaja, grande como un aro de cedazo, de unos juncos que en

esta tierra se crían, muy livianos.

"Rajábanse las carnes de las orejas cada día para que les

fuesen creciendo.

"Había algunos que las tenían tan grandes que les llegaban

hasta los hombros, y el que mayores las tenía era tenido por más

'gentilhombre entre .ellos."

En virtud de semejante procedimiento, la casta oligárquica

de los

ningrizapa.s, ingrizapas, ingazapas, zapaingas

o

Ingas,

co–

bró fisonomía propia y perdurable influjo dentro de la colectivi–

dad cuzqueña; los

Ingas,

decimos, cuyo nombre no significa otra

.

.

,

cosa sino

or~3on.

Todo cuanto leemos en las historias nos induce a creer que la

entera población del Cuzco, moradora de los cuatro barrios clási–

cos, de los cuales se des ne djan los cuatro caminos que conducían

a los cuatro suyos

y

confines del imperio,

constó de orejones.

Fué el Cuzco una urbe. sacerdotal, imperatoria,

gentil (ru–

nahina)

y saera;

y

se c-omprende que sólo quienes ostentaron la

condición de

orejones

estuvieron capacitados para residir en su

recinto, en el cual, por otra parte, se conservaban

custo~iadas

las

momias tutelares y las reliquias preferentes de los cuatro

suyos

clásicos, de que ellos fueron personeros.

Ocurrió empero que dentro de la masa o·rejones que decimos,

continuadora de la sangre de los cuatro Ayaras fundadores de la

Urbe y del Imperio, un inevitable trabajo de selección dió por re–

sultado sacar a flote a cierto número de

aillos

que calificaremos

de

~'orejones

de orejones", a quienes les ·correspondió el gobierno

del Imperio dentro de las circunstancias que analizaremos en el si–

guiente capítulo.