III
vido a c:om
pouer.
alguna aynda
para que
,pue·
dan
cm11 probar
µor
sí misrnm;
la
eficacfa de
la ictea eu refert>ncia.
En
efedo.,
¿qué len.gua es aqueJl&
que,
fue–
rr1
ele
h1
Uu~t~l
lnrn1,
se habla
todo-:S
los
dfas
a un.estro lado,
l:on~o
rnatema
y propia por
los
itidios
de
1·¡;1za
pnra o cwasi
p11ra,
eon q uieues
conviviu 10s;
y
como
11n
tanto
alifmígena
por
los
mestizos
y
©ti1-asi
nieRtiz<os,
<
!p.lHcomponemos
el
resto
de
JC1J
µoblacióu a-zuay;1?
¿Será
la
Qileclula,
·será la
Oa/ñari°l
Pensamos qne ni
una.,
ui
otria,
sino
una
y
otra,
con µarad.oja
y
rodo.
Y
1111
Yerdad, ¿es
aceptable la
suposicJó!l:l
de que
los
Incas
hubiesen
logrado
rn.ata.r
la
lengua
Oañari,
y
reemplazarla con
la
S"\l·
ya,
de
1mR
manera absoluta
?~No.
Va
ya
)
m
·1
1tro
~iglos qrn~,
ilo obstan-
te
@l
pre'Vlon
i'i
i
la
lengan de Oasril la,
to-
davía st1hsit·:t
ella
otra
con que encontró
Benalcáza r
e e ·ta rt>gióu.
¿Y hemos
de
pensa'r que en cosa
de
t:ie:,wnta 1:1ños
sola–
mente-espacie:> de tiempo
q11e,
8obre poco más
o
lfflte-.J!l:OS,
dnró aquí la
domin.~udón
incásica–
y
hemot<
de pensar, - decimos, que
hubieraR
de
haber trnoado los cañaris
HU
Caña1·i
poT
el
Q~teoliua,
de una
ma111?.ra
total?r-Nuestro indio
nos ha tomado el
castellano,
sin
abandonar
su l@ngua, i:;u
Oallu,
como él
se expresa.
¿Y
no
habrá tornado así 111ismo el
Quechua,
Bin
aban–
donar el
Oañm·i?-.l~J,
y
hasta nosotros con él, he–
mos castel
la
uizado
y
c;,:stellauizam0s todos
los
días el
Queohua,
y
hemos quecbuizado
y
que·
chuizamos todos los días el Castt'llano.
Pues,
¿cómo no suponer que durante
los
sesenta
años
aniba mencionados uo hubiera nuestro
indio
Oaña1·izado
el
Quechua
y
Queohuizado
el
Oañari
?-En la prodigiosa
toponimia
azuaya