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AUTORES SELECTOS
la ; no creo que camina tanto con ella como cami–
na con un solo remo. A las balsas de madera se
la echan cuando navegan por
1
la mar.
XXIX.
La
descrip.ción del temp·lo del Sol en el Cuzco
y
s~us
grandes riquezas.
Viniendo, pues, a la traza del temp1q, es de
s.aber que el aposento .del sol era lo que ahora es
la iglesia del divino santo Domingo ; es laib;rada
de cantería
~nana,
muy prima
y
pulfda. El altar
mayor (digámoslo así
p1~:ra
darnos a entender)
estaba al Oriente. La techumbre era .de made,ra
muy alta, porque tuviese mucha cor,riente; la co–
bija fué de paja, por.que no alcanzaron a hacer
teja. Todas las cuatro paredes--:del templo estaban
cubiertas de arriba ahajo de planchas y tablones
de oro. En el testero, Hamam'Os altar mayor, te–
nían puesta la figura del sol, :hecha de una plan-
1cha de oro al doble más ·gruesa que las otras plan–
chas que cubrían las pa;redes. Ija fi·gur.a estaba
hecha con su rostro en redondo
y
con sus rayos
y
11amas de fuego, todo de u:na pieza ni más ni
menos ·que la pintan los ·pintores. Era tan grande
que to1naba todo el testero del templo de pared a
pared. No tuvieron los Incas otros ídolos ni aje–
nos con la imagen del sol en aquel 1tem·p'lo.
A un lado
y
·a otro de la :imagen del sol esta–
ban los cuerpos de los :reyes muertos puestos por
su antigüedad como hijos de ese sol, embalsa·ma–
dos que par"e-cían estar vivos. Estaban asentados
en sus sfi1as de oro, puestas sobre los tablones de
oro en que solían asentarse.
Tenían los· rostros
hacía e'l pueblo; sólo Huaina
1 Cap.acse ventajaba