EL INCA GARCILASO DE LA VEGA
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en tal parte" o "hizo tal daño?', entendían por
el rayo.
,
Otro aposento dedicaron aa arreo del cielo:
porque alcanzaron que procedía del sol. Este
apo~
sento estaba todo guarnecido de o:ro. En un lienzo
·de él sobre las planchas de oro, tenían pintado
muy al na.tura! el arco del cieilo, tan grande que
tomaba .de una ·pared a otra con todos .sus co:lo–
res al vivo: llaman a1 arco
1
Chuychu, y con tener–
le en esta veneración, cuando le veían en
ell
aire
cerraban la 'boca y ponían la mano delante, por–
que decían que si Jie descubrían los .dientes los gas–
taba
y
em·podrecía: Esta sim·p1ici<lad tenían entre
otras sin dar razón para ello.
Ell
quinto y último
aposen.toestaiba dedicado
para el sumo sacerdote
y
para los demás sacer–
dotes que asistían al servicio del templo, que todos
ha;bían de ser Incas de la sangre real. Estos tenían
~quel
aposento ne para dormi.r y comer en él,
s.ino que era sa-la de audiencia para ordenar los
sacrificios que se habían de hacer,
y
para todo lo
demás · que conviniese al ser1vici'O d1el templo. E:s–
taba este aposento .también éomo los demás guar–
necido eon oro de alto
a~baj
o.
XXXI.
Venganza frustrada de un curaca en su daño
Di0s curacas que había en el valle le Hacari,
aún
110
bautizados, tuvieron grande·s diferencias
sobre términos; tanto que llegaron a darse
bata~
lla, con muchas muertes
y
heridas de ambas par–
tes. Los gobernadores es·pañoles
enviar~n
un co–
misario que hiciese justicia,
y
los concertase de
manera que fuesen am:i1gos. El cual partió los tér-'
minos c0mo le pareció,
y
mandó a 1os curac·as que