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armas y municiones con que debía equi–
parse el ejército libertador.
La dominación extranjera, había desa–
par ecido totalmente en nuestra patria;
pero había surgido de entre los mismos
lihre~' ,
una tiranía mil veces peor, una do–
minación mil veces mas opresora que la
autoridad de los virreyes. Imperaba el
t error, que no r espeta honras, vidas, ni ha
eiendas. Había pues que concluir con es–
te régimen abominable; un pequeño ejér–
cito con mas valor que soldados, se alza–
ba en armas contra la tiranía de Rosas.
Dispuestas así las cosas y con la ma–
yor reserva, protegidos por la obscuri–
dad de la noche, ese grupo de valientes
al mando de Rojo y del comandante Cri–
sóstomo A1vare:z:, abandona silenciosa–
mente la ciudad.
Después de varios días de penosa mar
cha, consiguen internarse en Salta y lle–
gan por fin, enfilando la quebrada del
Toro hasta Abra Pampa, lugar de Jujuy
en donde se les reunen
1
s compañeros de