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en su confluencia, forman el pequefio cau–
dal que poco a poco con las nue–
vas fuentes del trayecto.
En el cruce con los ferrocarriles del
Estado, el río se divide en varios pequeños
brazos que corren por la ancha playa. El
tren los atravi1~sa con un puente de hi erro
de doscientos l\iez metros de largo y, en
el costado Este de la línea, a poca distan–
cia, se halla la tnre de toma de las aguas
corrientes que surten a la población de
Jujuy. Esta ciudad, tiene la suerte de be–
ber el agua más exquisita y sana de1 país.
En las termas de Reyes, el gobierno de
la Provincia ha hecho pequefias construc–
ciones destinadas para baños públicos. La
casilla mas apartada, la mas modesta tam–
bién, cubre la pileta gratis para la gente
pobre. Las otras, solo pueden utiliza r se
m una pequeña contribución que
cobra el concesionario por este servicio.
A la grandiosidad del panorama, va uni–
da la leyenda indígena que completa la
poesía del paisaje; leyenda que da vida a
esas montañas, cuya alma parece que des~