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HORACIO H. URTEAGA
ción tan elocuente como altiva. " Respondió con mucha sober–
bia, nos dice el cronista, diciendo que los casamarcas no tenían
necesidad ele nuevos dioses ni de señor extranjero que les die–
se nuevas leyes y fueran extraños; que ellos tenían los que ha–
bían menester, ordenados y establecidos por sus antepasados
y
no querían novedades; que los incas se contentasen con los
que quisieren obedecerles, y buscasen otros; que ellos no que–
rían su amistad y menc'S su señorío; que protestaban de morir
todos por defender su libertad". ( 45). Semejante respuesta
era un reto terrible que había que mantenerlo a toda costa.
Cuando a los indios caxamarcas se les hizo conocer la respuesta
de su jefe, se llenaron de alegría y se disputaron el honor de ser
los primeros en la lucha.
La r egión del curacasgo de Casamarca estaba, como he–
mos dicho, defendida por magníficos pucaras ; por la región
del
J
equetepeque tenía la fortaleza de Paipay ( 46
>
Yonan
y
Llegaden,
y
la de las alturas de Cumbicos; la r egión del orien–
te estaba guardada por los fuertes de Nanchó
y
la Shicuana
( 47) , y la región del sur por las ele Polloc y Pallan, y la del
est e, camino de los huamachucos, por las fortalezas de Sondor
y Condormarca. Hacia esta región despachó el Régulo el grue–
so de sus tropas, las que se desparramaron siguiendo la ruta
de los actuales pueblos de Namora, Matara, San Marcos, Ycho–
can
y
Cauday ; fuertes guarniciones defendían las for talezas
de Sondor y Condormarca ( 48 ) , y un destacamento de solda-
(45) .-Ga rcilaso. Ob. cit., Lib. VI, c. XV, pág. 473.
(46) .-Véase
R evi,sta Histó1-ica.
T. IV.
El P erú a
la
luz de la Ar–
queología
y la cr ítica por Hor acio H . U1't eaga, comprobación de este
aserto.
(47).-Tal se colige de la relación del viaje de los invasor es espa–
ñoles hacia Cajamarca, el año de 1532. Véase J erez,
Conquista del Perú,
Pedro Sancho;
R elación,
COL
U RTEAGA,
t . V. - Véase también
Raymondi,
Historia de
la
Geografía del Perú. Viaje de Pizarro a Caja–
marca. H ernando Pizarro. Carta a la Aitdiencict de S anto Domingo,
en
Oviedo, y este mismo cronista.
(
48) . - Hasta hoy se conservan los restos de a ntiquísimas construc–
ciones, probablemente las del santuario del dios
Cóndo1·,
animal adorado
por esos antiguos pueblos, según lo tenemos demostrado; cer ca de
Sondor se encuentra la soberana construcción de Tambo Inga y la estu–
:penda de Coyor.