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HORACIO H.
lJRTEAGA
aue la destinaron sus primeros autores. ( 6 ) . Sacsayhua–
man, en efecto, se elevó para defender la
entrada a las tierras calientes ae allende
el Vilcanota ,
no
para guardar una
ciudad construída a sus pies y delante
de ella. Quizá hoy, con el poder de las
armas de fuego, pudiera esa fortaleza de–
fender la ciudad; pero en la época de la
flecha y de la honda.. habría
ido una
insensatez edificar en esa zona amagada,
El mito de los yungas
los majestuosos edificios que se ostenta- ·
en relieve (Pashash)
ban, escudándolos con una fortaleza cons–
truída a sus espaldas. Los palacios
y
santuarios que el Cuz–
co encerr a ba fueron obra posterior de
los kechuas, eleva–
dos en su mayor parte bajo el gobierno de los primeros Incas,
cuando ya no era una seria amenaza la invasión de los collas
y
cuando el poder del imperio los había r educido a la impo–
tencia, ejerciendo sobre ellos una dura servidumbre.
(6 ).-Léase lo que
al respecto cuenta Cieza,
Garcilaso,
Coba,
Acosta
y
Malina, sobre la fiesta del Huaraco o Huarach'co.