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HORACIO H. URTEAGA
tuación de esos territorios, donde Ia naturaleza se ha vuelto
pródiga, en
1
aro contraste con la miseria que muestra en el
altiplano; el que escudri·
ña los rastros de la ha·
bitación humana
entre
los Andes, que se abren
de trecho en trecho des–
de La Raya hasta
las
estrechas gargantas de
Macchu -- Picchu ;
tie -
ne sobrados motivos pa–
ra poder
descubrir
la
verda:d histórica que se
esconde entre las oscu–
ras leyendas, o se ha es–
fumado por el lento tra–
bajo de los siglos.
En
época
remota ,
probablemente unos cua–
tro mil años antes de
nosotros,
cuando
la
naturaleza
del
altipla–
no
no tenía
para
el
habitante de eso¡: inmen–
sos llanos
la ingratitud
de hoy ( 1 ) , razas fuer–
tes y emprendedoras do–
minaron una vasta zona
en ca·si toda la sierra del
Indio kechua
(Cuzco)
Perú, desenvolvieron una
cultura traída ya en precioso ger.men del tronco de proceden–
cia, elaboraron una lengua sonora y rica, y puliendo sus gro–
seras creencias, ·se forjaron un adelantado concepto religioso
de las fuerzas de la naturaleza, ( 2 ) a las que, personifi–
cándolas, elevaron magníficos santuarios.
(1).-A.
Posnanski.
El clima del Altiplano
y
la ex tensión del lago
Titicaca.
La Paz, 1911.
(2) .- Véase a este
respecto nuestro
estudio del año de
1909.