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pesebre de Belén, ba5ta su afrentr,sa muttrte
en el Calvario, y después de sufrir indecibles–
desprecios y humillaciones hasta ser abofetea–
do en casa de Anáf', acto en el que dió sapien ·
tísima lección de que no están reñidas la hu–
mildad con la dignidad, pues
~in
faltar á la pri–
mera le dijo al <>acrílego 0fensor con toda la
magestad de la segunda:
sí hablé mal, mués–
trame en qué
¿y
si bien por qué me hie–
res?
(1).
~i d~spués
de esta mediEación hay quien no
se sienta decididu á ser humilde
lo
será, sin
duda, cuando considere que no obstante las hu –
millaciones que ha sufrido el Redentor por los
hombres,
y
las ingratitudes con que le han co–
rrespondido, todavía pasa por la más baja hu–
millación de buscarlos, de manifestarles el in–
finito amor que les profesa su Corazón, y de
hacerles para atraerlos, las celestiales promesas
que tiene hechas
á
Jos que observen fielmente
lo que prescribe en los primeros viernes de
nueve meses seguidos.
DEPRECACCON.
Corazón humildísimo de mi Salvador. si os
habeis humillado hasta el extremo de buscarme
y de hacerme maravillosas promesas para que
os atienda
·y
siga, yo también me encuentro a–
batido y humillado al no poder corresponder
con mi pobrísimo amor humano tan limitado é
imperfecto á los gnndes actos de humildad
que habeis practicado por mi, y á la generosi-
(I)~Evangelio
de San Juan.