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rnildísimo dueñ0 estas sapi<= ntísimas palabras:

Aprended de mí qtte

soy

manso

y

humil–

de de Cora.zón;

y

con las que pusisteis el

fun.

damento de to::las las denl-'is virtudes. Vos Co–

r¡:¡zón humilclísimo que no solo sois maestro

perfecto, de la hnmildarl, sino también el bál–

samo purísimo que destruye á sus enemigos,

y

cnrc1. las profundas heridas que causan en las

almas:, os ruego en carecidamente nos a m pareis

á todos,

y

muy especialmente á mí con tu eficaz

y poderoso auxilio, para ser verdaderamente

humilde de corazón. y poder c0rresponder a .o;Í

á la humi ld ad con que padecisteis por

y

os

quedast e is s tcramentado.

MEDlTACION.

Humildad del Cora.zón de Jesú

Aunque la humildad de corazón, enseñada

por el Divino Maestro, es una virtud que esta

al alcance de todos; sin embargo, es la más di–

fícil de adquirir

y

practicar, por que á ella se

opone la soberbia que es el primer<> y el mayor

de los vicios capitales, el amor propio, del que

uo se de. prende el hombre ni para morir,

y

que ambos s on como la carcoma que sacaban

y

arruinan los cimientos de la vida espiritual.

Para conseguir tan importante virtud, como

que es el fundamento de todas las demás 'hay

dos medios infalibles: primero, pedirla con

viva fe y con tantemente á ese humildísimo

Corazón; segundo, contem piar los prodigios de

humildad que practicó Nuestro Reden.tor,desde

s¡¡ encarnación y su pobre nacimiento en

un