EL AYLLU
tras que las montañas nevadas, los ríos de
Pendjab y los paisajes del valle alto del Gan–
ges, son objetos familiares para los antiguos
bardos. En una palabra : todo muestra que
la raza que hablaba el sánscrito entró en la
India por el Norte y se extendió después
gradualmente al sur y este. Ahora podemos
probar que en la época de Salomón, el sáns–
crito se había extendido por el sur hasta la
dese
0
aclu a del Indo.
>>
La aplicación de
estos
razonami~nrtos
á
~a
toponimia aymara
par;te del oeste del continente sud,
desde Qllito hasta la Argentina, constituyen
argumentos incontestables de su primitiva
extensión. Las conquistas incásicas con su
idioma imperial, el quechua, no han podido
desarraigar esos nombres originarios ni bo–
rrarlos. Su influjo, á lo más que ha ido es á
quechuizar las desinencias aymaras.