l':L AYLLU
hay un desdoblamiento parecido. La consan–
guinidad, cuando el
ayllu
llega á convertirse
en clan, es solo convencional y de puro
consentimiento. Se cree en el parentesco de
todos los miembros del
ayllu,
quizás más
que por la tradición de una raíz común de
procedencia, por el hecho de vecindad, por
el hábito constante de verse unos y otros
reunidos, de sentir la vibración de la seme–
janza, ó por que
«
los hombres se asemejan
á sus contemporáneos todavía más que á sus
progenitores
»,
como dijo Tarde si mal no
recordamos. No es ya el techo mezquino de
la choza, pero sí un techo más amplio y
más psíquico lo que congrega al grupo; la
protección recíproca y el sometimiento á una
área de tierras. Es sobre todo en el
ayllu
sobreviviente, donde podemos descubrir las
huellas de la exogamia del clan aymara anti–
guo. No
obst~nte
el delineamiento territorial