16S
EL AYLLU
(que en la forma han venido
á
tomar otras
denominaciones españolas) unido
á
la pose–
sión individual del suelo, lo que mantiene
en un haz de unidad el
ayllu.
Pero es de
suponer,
á
juzgar por ciertos rasgos aun
existentes, que en época de su mayor toni–
cidad colectiva, cuando por su menor ampli–
tud y extensión
1
demótica y territorial con–
servaba frescura y cohesión, hubiese desen–
vuelto en su seno funciones de mayor soli–
daridad social, en las mismas condiciones
existentes en los clanes célticos y en las
comunidades orientales.
La defensa colectiva,
compacta, contra
agresiones extrañas, subsiste aún en el
ayllu
como función conservatriz que nos recuerda
esa irritabilidad fisiológica, instintiva, de los
primitivos grupos para mantener por medio
de la guerra excursiva ó puramente defen–
siva la integridad tribal. Y, no obstante los