Table of Contents Table of Contents
Previous Page  84 / 292 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 84 / 292 Next Page
Page Background

66

RICARDO ROJA

cuerpo primitivo ocultábase apenas en el exiguo chi–

ripá de lienzo y en la blusa roñosa, -

desprendida

al desgaire sobre el robusto pecho. Los movin1ienlos

eran escasos, perezosos, vagos ; y el rostro ausente de

todo gesto espiritual. ]Je acodada nariz ' grandes ojo$,

la cara tomaba cierto carácter de mestizo; pero la patilla

escasa, lo mismo que la barba hirsuta, acenluaban su

salvajez, y sobre todo la melena hispida, bien desgre–

ñada en aladar indócil bajo las alas del sombrero. De

toda su indumentaria, este sombrero interesó mi .aten–

ción, máxime cuando Pérez me hubo avisado que se lo

fabricaban ell

mism-os. Fabrícanlo de una palma sil–

urd mbre de las hebras con hilos

de cuero fino,

a1

las alas con un trapo cual-

quiera, y s· en

ngostas, resulLa

pre~da

de

mayor adorn

~

re u ilidad. Propúsele entonces un

trueque de su paJlZO por otro más confortable; aceptó

el indio sin vacilar; encasquelóse el nuevo sombrero,

.de elegante factura metropolitana, y yo inandé colgar

el suyo al aire libre para ahuyentar los parásitos.

Pérez estaba ya como si se hubiese criado conmigo,

de tan decidor y familiar ; en charla interminable me

narraba sus proezas y vol vía á lamentarse de no haber

traído su mesnada.

-

¿Pero le obedecen tanto, Pérez

?

-

Y cómo no, señor ... Ahora tengo

250

en Averías,

contando chusma y gente de guerra. Han puesto sus

toldos en un bosque cercano de casa. Los más conser-