- LXII
I Pizarro,
el
conqtti:::itaclor, el Mar–
qnez Pizarro! rinde homenaje al In–
ca. Complacencias.pueriles rle los po–
bres; represalias que se toman los
humildes.
La particularidad q\1e hemos no–
tado consiste en que dnrantc -todo el
tiempo consagrado al baile
i
canto,
Pizarro se ve asediado
~Ol1$ütntemen
te por
el
brujo, que a cada instante
dando vueltas a su alrededor, como
un tábano, se aproxima para golpear
el
tamboril a sus. oídos, escurriéndo–
se en seguida perseguido por éste,
por entre las ñustris que procuran
ocuitarlo. Esta pantomima, cuya
ú–
nica victima resulta don Juan, viene
a ser motivo de hila1·i<lad para
101
granujas,
~obre
todo cuaiulo el brujo
se deja cojer de la oreja, que Pizarro
con su tajante espada hace ademán
de cortársela. (Acto que implica la
peor de las ofensas, pues que eso
qui~re significar hacerle esclavo; de aquí
d
que los indios libres· o de tomuni–
<lad califiquen de
huechko,
sin
oreja~,
á
los domésticos o indios· de las ha–
ciendas). Ese incidente un tanto cho–
carrero en un baile tan grave i de re–
cuerdos trájicos no dejó de extrañar–
nos; pero pronto salimos de la perple.1-