ARTE DE LA LENGUA ZEBUANA
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manuscrito y, á nuestro juicio indudable,
que del mismo año expresado en las primeras
páginas ó, mej or, folios. A la vuelta del úl–
timo, sin numerar, ex iste un interesante
documento él que, cual si previera el ..
fir _
mante las dudas ó infundadas sospechas que
algún d ía pudieran suscitar se sobre el a utor
del
A rte,
adelantá ndose á ellas, nos eviden–
cia lo que pretendemos proba r. Dice así tan
valioso testimonio: ''Certifico yo F r. Phe–
lipe Rui z, del Orden de N . P. S. Au g.n que
este Exemplar intitulado Arte de la L en–
gua Bisaya Zebuana , es el legítimo original,
dictado por el M. R. P. Pred .r Fr. F rancisco
de la Encina, del mismo Sag r.
0
Ord.
0
Prior,
Minro. Doctr.
0
de los P ue.
05
de A rgao pri–
meramente, y después del de Opong en
donde murio en 14 de Julio de 1760"
a.~
de
cuya voca aprendi la lengua Zebuana, ex–
plicandomela arreglado a las reglas de este
mismo Art e : Corregido y enmendado por
su misma mano: quien en la vltima vez que
t omo la pluma para su ·corrección, dos d ías
antes de mor ir , a sa ver el 12,, de J ulio de
dho Año, por la Noche, en mi presencia,
me testifico, que q uedaba totalmente sati s–
fecho, y no hallaba, que enmendar otra cosa.
Y por su muerte quedo en mi mano junto
con el Ministerio; y por verdad, y para q u_e
conste lo firme en este Convto de S.
0
P ablo
de Manila en 16., del Mes de Septe, de
1792. a.• - Fr. Phelipe Ruiz." -(ru bri–
cado) .
»Au nque nada indicase la antigüedad del
man uscri to , ó de su escri t ura nada se de–
duj era, lo t rascrito no deja
1
ugar á duda
sobre el tiempo eñ que se copió, dictó
y
co–
rri gió por el au tor, así co rno tampoco sobre
la identidad con el original. P udiera algún
suspicaz discutir el tal " Certifico" y tener
en menos su valor, nosotros ni le discuti –
mos, ni atenuamos en nada su alcance é im–
portancia.
»Ahora bie n ; cotejados cualquiera de sus
capítulos ó párrafos con los del
Arte
fu r ti–
vamente impreso en 1803 ó 1804, es com–
pl eta la conformidad de 1os de éste con los
de aquel,
~n
los puntos y comas y en la
misma ortografía, si n exceptuar algunas,
pocas, líneas que en el manuscrito están cru–
zadas ó tachadas. P or tan to éste no es copia
de dich o impreso, y sí éste del primero, ó
de un ejemplar de la edición que h emos di–
cho se h izo en el siglo xvm ; edición de la
que no resta, que sepamos, ni u n ejemplar
para muestra. Que pudo sacarse el man us–
crito del archivo
y
conforme á él hacerse la
edición, no es ni ngún absurdo, ni imposi–
ble; ¿pero se sacó?
¿y
por qué el editor no
puso la por tada ó, al menos, el nombre del
verdadero a utor, el del P . Encina? " La
gloria, pu es, repetiremos con el agustino
recoleto, P . Zueco, de ser el primero en
metodizar el estudio del d ialecto bisaya
pertenece toda al P . Encina y esto sólo bas·
taría para recordarlo con respecto, y mere–
cer bien de las letras bisayas. La gramática,
que á pesar de haber sido escrita hace más
de un siglo, es muy buena, aprovecha to–
davía al que ya sabe hablar , y quiere per–
feccionarse en el bisaya''. Esto escribía el
conti nuador de las glorias literar ias de los
agustinos en 187I. Que no h ay un ejemplar
de la edición h echa en el siglo xvm, no
impor ta; par a nosotros es claro, como .la
luz del sol, que existieron, y esto nos basta
para no escatimar en mucho ó en poco el _
mérito del P. Encina y consentir se atr ibu–
ya á otro lo que á éste le pertenece. Dij i–
mos arr iba que nos inclinamos á creer q ue
la edición príncipe es obra póstuma; bien
pudi éramos equivocarnos, y ser el manus–
crito revisado el primitivo original sí, pero
corregido por su propio autor hech a ya la
edición. Bien pensado, así puede ser, y la
impresión de principios del siglo xrx se–
gunda íd. tomada de la príncipe, por esto
la conformidad que se observa entre la ed.
de 1803? y el manuscrito, hasta en lo ta–
chado en éste. Nada más natural que el au–
tor corrigiera sus propios yerros, anotándo–
los en el original ó copia que conservaba,
anotaciones que mal podía hacer en cuan–
tos ejemplares salieron de las prensas. Pós–
tuma ó no la edición, para nosotros es in–
dudable que se hizo á mediados del si–
glo xvm y que su autor es el P. de la En–
cina, como bien clara y terminantemente
lo dice el "certifico'' tra scrito, punto este
último sobre el que no abrigamos duda al–
guna, aunque nos quede acerca del
a~o
y dé–
cada de la primera edición» (págs. 470-472 ).