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214

OBRAS DEL CHRISTIANO

la han 1·everenciado, honrado,

y

se1·vi'do.

Sino porque son li'bros, qtte falsamente se los

han atriºbuido, no siendo suyos:

o

por ha–

llarse en los que lo son algunas palabras,

y

sentencias agenas, que con el nimio descuydo

de los Impressores;

o

con el demast'ado cuy–

dado de los Hereges, se les.han

imp~esto

....

»

(iºbid.,

§

IV).-<<Parecio

a

Borja, que debia

representar al Papa, que aviendose notado

algunas doctrinas impressas con nombre

suyo, se harla sospechoso en passar

a

Italia

antes que huviesse averiguado esta verdad

el Santo Oficio: y lo que deseava que fues–

se rendida obediencia, se tendría por fuga

vergonc;:osa»

(ibid.,

cap.

xxm,

§

IV).

Pero, además de que no hay noticia de

que se hubieran impreso en Alcalá ningu–

nas

Ob1·as

auténticas ni su puestas del Santo,

no se entiende qué quisiera decir el P. Cien–

fuegos al avisarnos que se volvió á «reim–

primir solo aquel tratado de Borja en su

antigua pureza» , cuando la aprobación de

Fr. Hemando, que copia traducida alcas–

tellano, es la que aparece al frente del

«Opvscvla qvaeda.m ptá....

»,

de que ya ha–

blamosen el núm. 1481.

·

El P. Bartolomé Alcázar, más mirado

que los PP. Sacchini y Cienfuego>, se con–

tenta con la siguiente nota: «Aviase prohi–

bido, por la Inquisicion .... un libro, publi–

cado con el titulo de

Obras del Duque de

Gandzá;

si bien solo contenla un pe-luello

Ti atado Ascetico del Sancto Duque (escr ito

por el siendo seglar, para su particular de–

vocion ) de pura

y

sana doctrina.

Y

porque,

aviendose impresso, tuvo gran despacho;

los Impressores, por agrandar

d

volumen,

y augmentar su ganancia, le agregaron otros

Tra.tados agenos, sin eleccion, ni aprobacion,

en que avia proposiciones dignas de censu–

ra,

y

todos los prohijaron, y b:i.ptizaron con

el titulo de

Obras del Duque de Grmdia....

~>

(n, 3).

Según el P. Akázar, la culpa fué excl u–

sivamente de los impresores; pero, si damos

crédito al P. Antonio de Salís, «los Luthe·

ranos, q.e no dexaban piedra por movu,

para envolver las doctrinas de la Campa

con las suyas

a

fin de infamarla,

ó

persua ·

dir al publico, q.e

ó

poco,

ó

nada difería en

sustancia de la suya, reimprimieron vn tra-

tado breve, q.e S.n

Fran.co

de Borja siendo

Duque de Gandia, havia compuesto de ma–

terias espirituales, aña'diendole otras de

otros Authores, q. e ahora se dieron, como

de hecho

10

eran por hereticas, si bien in–

cautam.te

no tenidas por tales de sus Autho–

res menos instruidos, y delatandolas con de–

prabada intencion consiguieron se pusiese

el tal libro añadido en el Expurgatorio con

el sobrepuesto titulo.

Obras del Duque de

Gandia.

Pero examinadas las obras dél S.

10

Duque, q.e antes se havian impreso sin

aquellas addiciones, confessadas por tales de

los mesmos impostores, q.e las havian inge–

rido, quedo burlada la astucia y entera la

buena opinion, y credito de S.°

Fran.co

de

Borja, y de la Cocnpá... .

»

(Los dos Espejos,

r,

15-16).

·

Todavía es más curiosa la especie que nos

conservó el P. Gámiz en sus

«Bvelos de las

Plvmas Sagradas....

»

que ya conocemos.

«Por España (dice) anduvo vn librillo de

tonos, y poesías, que se intitulaba las

obras

del Duque de Gand1á D. Francisco de Bor–

¡a;

el qual dio mucho que hazer,

y

que

examinar para. la Beatificacion de S. Fran–

cisco de Borja: y finalmente se descubrio,

que aviendo sido el Santo Duque muy afi–

cionado

a

Musica, y compuesto algunos to- .

nos sagrados¡

a

buelta de estos imprimieron

otros muchos, no tales,

y

por acreditarlos

los sacaron con aquel hermoso titulo....

»

(págs.

204-

5).

Mas éstas no debieron de ser las

Obras

de que tratauios, aun dado que tuviera fun–

damento la singular noticia del P. Gárniz.

Las prohibidas en el

l ndt'ce

del inquisidor

Valdés formaban, á lo que nos asegura la

tradición más autorizada, una colección de

Tratados ascéticos, en su mayor parte su–

puestos ó malamente atribuídos á San Fran–

cisco de Borja, cuyo nombre llevaban en el

título, y algunos de ellos de mala

ó

peligro–

sa doctrina.

Lo cual supuesto y suficientemente com–

probado por lo que nos dicen las historias,

no hallamos más que dos colecciones sobre

que pujiera recaer la prohibición: la de

«.Las Obras Muy dettotas....

»,

ó

la

«Segvnda

Parte de las Obras del Illvstrissúno Se–

ñar Don .Francisco de Borja....

»;

pues la