502
VIDA DEL SANTO
·cisco de Borja que, al dar razón de la im–
presa últimamente por el P. Pedro Suau,
mencionan los redactores de la
Ci'vtlta
Cat–
tolica
en su. número de
2
de Septiembre
de 1905, la más antigua es «quella del Vas–
quez pubblicata (dicen) da! Nieremberg»
(pág. 614): conviene á saber, esta misma
cuyo título acabamos de copiar, y cuyos orí–
genes y vicisitudes declara as! el P. Suau en
el párrafo de donde tomaron su noticia los
dichos redactores:
«
Dans les vingt années
qui suivirent la mort de Frani¡:oís de Bor–
gia, deux historiens, Denis Vasquez (1586)
et Pierre de Ribadeneyra (
l
592), resumerent
ce qu'ils savaient de sa vie.... L'ouvrage de
Vasquez était resté inédit. En 1643, Nie–
remberg le publia sous son nom, et sans
nommer l'auteur.... Nieremberg copia Vas–
quez, accentuant le panégyrique, effai¡:ant, de
l'reuvre originale, ce qui servait moins son
dessein....»
(S.t
Fra1u;.
de B orgia,
págs.1-11).
Cuanto al silencio que aquí se tacha
del P. Nieremberg respecto al nombre del
P. Vázquez, sólo hemos de observar que no
es tan absoluto como se supone. Cierto que
no le nombra en la portada, pero tampoco
le olvida en la
Advertencia y Protesta
que
va al frente de la
Vida.
Elogia en ella la
impresa por el P. Ribadeneyra, y añade
luego á continuación: «No tuuo suerte de
salir a luz, otra historia mas dilatada, que
el P. Dionisia Vazquez escriuio del mismo
Santo. Tuuela yo de que viniesse a mis
manos, juntamente con los processos que
con autoridad Apostolica se han hecho para
la Canonizacion deste sieruo de Dios. De
todo lo qua!, y de otros libros que he visto
Italianos, he ampliado la vida y virtudes
<leste admirable varon ».
Pero ¿bastará mención tan pasajera de la
H istoria
del P. Vázquez, para sacará salvo
Ja honradez del P. Nieremberg, y librarle de
la nota que se le impone de plagiario y aun
de usurpador de obras ajenas?
Como, para responder acertadamente á
esa pregunta, es necesario determinar ante
todo el uso que se hace de la dicha
Histo–
ria
inédita del P. Vázquez en Ja
Vida
del
P. Nieremberg, he aquí lo que, después de
haber cotejado diligentemente la una con
la otra, podemos dar por cierto en este
punto. Aparece copiada en el impreso la
mitad del manuscrito casi á la letra, y arre–
glada la otra mitad conforme al gusto, len–
guaje y apreciaciones personales del P. Nie–
remberg¡ e,l cual tscrupulizó tan poco en
servirse de lo que hallaba en
el
P. Vázquez,
que en muchos capítulos conservó hasta el
epígrafe del original que tenía á la vista.
Mas todo ello se entiende sólo cuanto á los
cuatro primeros libros de su
Vida,
que son
los que únicamente pueden disputársele¡
pues lo esencial de los dos últimos, quinto
y sexto; esto es, lo relativo á los milagros y
profecías del Santo Borja, no puede negarse
que sea propiamente suyo, aunque haya
también apuntado algo -de ello en el Ms. del
P. Vázquez. Además, aun en medio de co–
piar tanto como decimos, anduvo tan hábil
el P. Nieremberg en escoger y entresacar
de una parte y de otra lo mismo que copia–
ba, y tan ingenioso en darle vida propia,
merced á, si tal vez ligeras y casi impercep–
tibles, tal otra más graves
y
profundas mo–
dificaciones, que llegan á alterar por com–
pleto la idea del primer autor, afiadiendo ó
cercenando de paso lo que le convenía ó
estorbaba, y retocando ó rehaciendo con
discreción numerosos párrafos que pudieran
muy bien conservarse intactos, que nadie
hubiera caído en la cuenta de que se valía
de una obra ajena, y menos de un autor tan
poco parecido á él, así en el carácter y estilo,
como en las ideas y pretensiones, á no to·
marse el trabajo los curiosos de compararla
con la impresa. Tan diversa aparece la
Ht's–
toria
primitiva de la nueva
Vida
de San
Francisco de Borja; y tan propia ésta de la
pluma del P. Nieremberg, como cualquiera
otra de las que más de seguro se
~abe
ser
total y exclusivamente suyas.
Ya vemos que ahora no bastaría esa cir–
cunstancia para abonar el proceder de quien
se atreviera á seguir el ejemplo del P. Nie–
remberg. Pero en tiempo de nuestro escri–
tor no parece que fueran tan rigurosas las
leyes de la propiedad literaria, mayormente
en obras que, ó no se destinaban á la im–
prenta, ó, aunque $e destinasen á ella, que–
daban arrinconadas en los archivos, por no
juzgarlas dignas sus censores de que saliesen
á luz. Ésas, sobre toqo en comunidad'!s reli-