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cierta tenacidad en
las costumbres
de sus antepa a–
dos, sean buena
6
malas.
Á
la segunda clase perte–
nece
la borrachera,
aunque mucho indio ni siquiéra
la consideran como pecado, sino má bien como honro a,
lo que prueban expresiones como p. ej .: Dios tarichic–
pica shingayarcanimi, las <males ería.u blasfemias si
los pobres no estuvieran excusados por su suma igno–
rancia
1.
A
í es eómo las madres hacen probar aguar-
imágenes y medallas puede ser solamente relativa, es decir,
el honor que se les tributa, puede referirse tan sólo
á
sus
prototipos (véase Conc. Trid. ess. XXV, De invocatione
anctorum); y Dios
y
los santos recomp n an esta devoción,
para avivar la
fe,
oyendo
á
quienes los invocan, á veces más
frecuentemente, cuando oran con fervor delante de una ima–
gen en donde Dios quiere, por su ben plácito, que
l~l
ó sus
santos sean venerados con mayor devoción.
.A.síes cómo se
ha introducido la expresión "imagen milagrosa".
])fa
ería
idolatría creer que una "imagen milagrosa" ó la "medalla
milagro a" por sí mismas obran milagros.
1
!'.ara formar concepto del exceso deplorable en bebi–
das alcohólicas, basta fijarse en Jos siguientes elatos estadísti–
cos. En el año de 1899 fueron introducidos en Quito 889.208
litros de aguardiente del país. (Del año 1900 no
so
ha
podido conseguir sino datos incompletos. de los cuales no se
puede sacar una conclusión exacta.) Fuera del aguardiente
del país se con umeu muchos licgres extranjeros, cuya can–
tidad será la tercera parte del aguardiente nacional ; por con–
siguiente en 1899 han sido bebidos algo más d ·
1'
1
5.
000
litros de.licores más 6 menos fuertes, sin la chi ·ha, cerveza
y vino. 'l'eniendo Quito, según el cuadro sinóptico del alío
1893 por el Sclíor Francisco AnclracleMal'Ín, 55.000 habitantes,