- xw -
en. la arena cuando la sequía se prolonga,
y
sacándolo
<Í
la lluvia cuando el invierno e demasiado largo.
En
tales casos no se ha. hecho m;ís que substituir el nombre
ile un santo
:U
de hu
a.ca.. El mejor medio de destruir
est.assupersticiones es: comunicar
á
los indios, con
instrucciones raciocina.das
y
adecuadas,
una
fe
pura
y
esclareci<fa.
Cou este objeto hemos agregado al
catecismo de la Cartilla, entre otras preguntas, también
ésta: ¿Los santos son Dios?
1
L
Se ríe
á
veces de las supersticiones de los indios, y
sin embargo también gente blanca tiene devociones erróneas
y aun idólatras en la veneración de imágenes de santos. De
esta clase de devociones es la creencia de que una estatua
está vivificada, no se sabe cómo, por el santo al que la
imagen r presenta, ó que la estatua misma obra milagros.
Creer, pues, que en las imágenes mismas reside una virtud
divina es idolatría. (Véase Conc. Trid. Sess. XXV, De in–
vocatione sanctorum.) Por otra parte sería más que temera–
rio negar que Dios, por su beneplácito inescrutable, ha ele–
gido ciertos lugares para mostrar
allí.sumajestad y miseri–
cordia y ser adorado
é
invocado con mayor fervor y devbción.
Temerario sería negar las innumerables apariciones de la
Santísima Virgen en todos los países del Orbe católico, por
las cuales la fadre de misericordia ha querido aninlar
á
los
cristianos en su fe y encender en ellos la caridad apagada.
Asimismo seria temerario negar ·que los santos, por inter–
cesión, dispensan gracias y obran milagros, cuando se los
invoca
tl
e lante de sus imágenes. Pues la Historia sagrada
y la
ecle~iástica
están llenas de tales hechos seguros y pro–
bados. P ero estos milagros no los obran las imágenes, sino
Dios' poi· intercesión ele los santos; y Dios y los santos no