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Jnift.
IIU
tortun8
en
acrecer
el
~alor
de
la ha,
caienda, (l'l
propietario
obraba
por razon in\'er•
fl8
contra
I!IUII
obJ
igacion~s
escritas, uniendose '
Sartia., Guerrero
y
llerrtora para llevar al cabe
el plan
de attlque) que
habían trazado
dar
á
los
intt-reees
de Cavenecia.
lnfrihjio,
pues, ente·
ramente las clausulas instrumentales,
arranco
á
Santa Beatrizp
y
despoj(>
al conductor knucbo
antes
de
e&pirar
el término condicionado de la
po1e~ion
tranquila en que se
hallaba..
Estos
datos,
tanto son
positil'amente
,cier•
tos,
cuanto reeuJtan consig.nados en publicos
instrumer~t08.
Si D. Pascual Guerrero en
et
pode-1'
que admitió de
Cavenecia,
no
ha
recibi•
do la potestad de enagenar, sino se halla, ni se
diviaa tacita,
ni
espresa
en él,-si D. Manuel de
la Torre ienia las
manos
atadas,
y
su voluntad
aislada
parll
obrar
y
disponer.
¿Como contra
monumentos Jegales, tan serios
y
tan
solemnes
prGeede el uno
á
vepder,
y
el otro
á
d~sp~jart
¿Quien que no eiegue con la misma luz, dejari
de
conv~eerse,
y
confesar que
el
trasp~so
hecho
por Guerrero
coñ depravacíon
tan
lllauifiesta,
y
el despajo oficiado por
D.
1\fa–
lluel AgWltin,
t~s
de
todo
punto irracional
y
nulo
y
que en su merito debe ser restituido inmedia–
~mente
Ca.venecia
á
la posesion del fundo has–
'a
eomple~l"
el
termino
de los nueve
años
con
iodemn¡zaciun de
perjuiciOS-
y
galltQsf
TERCERA
.nnMOSTltACION
1fOB1tl~
t.A
LESION ENOKMJ'SIM'A
D~L CONT~AT~.
Cuando D.
Jose
Caveneci,
in~res6
en la
hacienda
da Santa
Beatriz
recibió
la
huerta
a