REVOLUCION DE TUPAC AMARU.
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sados, Pedro Vilcapasa, Alejandro Calisaya
y
Ju–
lian
Apasa~
que habia tomado el nombre de Cárlos
Ninacatasi. Antes de ser el más terrible de los re–
l)elde , habia sido sacristan y peon en un ingenio
de minas; de pasiones violentas
y
de una audacia
extt·aordinaria, llevaba consigo un serrallo, se ha–
cia rendir homenajes casi di vinos,
y
exterminaba
con la ferocidad del tigre, que devora tranquila–
mente su presa. Ma. estas fieras desencadenadas,
que sólo se propop.ian la matanza
y
la destruccion
de las poblaciones civilizada$, sublevaban contra
sí todos los intereses
y
todas las conciencias. El al–
zamiento, · que habia encontrado partidarios entre
los bárbaros del Choco
y
en las remotas selvas del
Carare, allá en el reino de Santa Fe, se vió pronto
reducido, por sus excesos, al Collao y
á
las provin–
cias inmediatas de los obispados del Cuzco
y
La
Paz, donde no debia tardar en ser vencido por los
esfuerzos combinado de los vireyes del Perú
y
Bueno -Aires.
El virey Bertis halda colocado á la cabeza de la
Audiencia de Charcas á D. Ignacio Flores, poco
parecido, en el carácter, al a ustadizo Regente, que
se rebajaba
á
ser pregonero; lo que era más impor–
tante, de BueBos-Aires subía al alto Perú una bri–
llante columna de 600 hombres, á las órdenes del
distinguido teniente coronel Reseguin. Este jefe,
tan esforzado como activo, sorprendió
á
los revolu–
.cionario de Tupiza, que acaudillaba el mestizo Luis