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XV -

zos. Nadie llegaba, ni se recibía cornitnioaciones d.e la

Costa. Los indios G11nigos qi¿e aii,xiliaba;n a los españoles

en el Ci¿sco y qi¿e llevaban los partes, portaban ingra–

tas noticias. Por ellos se supo qi¿e L'Ílma habva sido amia–

gada por i¿n ejército qi¿e coma1idab.a el General T ito–

Yupanqi¿i; qi¿e en la oii¿d.a,d de Los Reyes, los blancos se

hailaban tan esfrechad<Js y perdido!s

wnio

en el Ci¿sco.

Los destacamentos de españoles,

d¡e,

otras regiones

y

pi¿e–

blos, habí®

~ido

asaUaclos y ?nuertos los soldacl<J'.S. La

pri¿eba la ti11Vieron en una macabra dmnostración: en la

tarde de iino de .esos tristes días, llegó al Ci¿sco itna cabal–

gadura, conduciendo i¿n enor<rne saco, dn el qi¿e, en en–

voltorios, encontraron los castellanos Zas cabezas ele sus

compañeros. Otras cabezas mutiladas, d.e espa·ñoles, fiM?–

ron an·ofadas a la plaza de Cit.s'i-pc11rnpa. Con esto les

significaban los indios qi¿e debían

perib.dr

toda esperanza.

No obstante tanto contratiempo, iina f eliz circmistan–

cia levantó el ánimo de las tropas. Comp1·obóse que el

Inca se alejaba hacva el fondo del valle de T ctanbo,

y

acercánclosei la época de las sienibras, el ejfrcito i1icl1º0

dismini¿yÓ sensible'lnente por la separaoió1?; ¡ele aqi¿ellos

a quienes se les pernivtió volver a las fa enas agrícolas.

U1Va salida ele Gonzalo hacia el valle de

J

aqiiijahnana,

ooi

bit.sea de maíz lo hizo di¿eño ele más ele ochenta car–

gas, que aseguraron mani¿tención p(lra tres meses. Los

indios amigos, habían sembrado ten las chacras elel valle

bajo,

y

así disponían de 1alvniento para largo tiempo.

Así, también, podían agiiardar con pamencia el socorro

que no tardaría en Uegar ele parP.e1 del Gob ernador. Y el

wcorro vino, pero en

f

onna ini¿sitada y pelig1·osa. Al–

magro y si¿s tropas, aparecieron, vi¿eltos de Chile. El

Aelelantado, no encontrando en la Ni¿eva Toledo, ni las

cii¿dades, ni las riqi1ezas halladas

cm

el P erú, premimi-