VI -
Creyó Manco gozar de su plena soberanía, teniendo
como auxiliares a los cristianos, pero ¡ci¿Ófn enga1"iado e
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taba ele la b1¿ena fe de P•izarro!. Este lo colocó bajo un seve–
ro €spfonaje, inipowi'•ndole soni'eter a ratificación todos
s11
mandatos.
Comprobaron tarnbié?i los Orejones del Ci¿sco que el
,incanato de Manco era nna r·idícrula farsa,
y
no pensaron
sino en libertarse de los extra1ijeros, 1¿rdiendo
'
l.lnlev an–
tamiento general.
Con tanta caiitela y prndencia procedieron el Inca
y
us nobles. que el vasto complot se fragi¿ó diirante todo
d
cm·so del año
34.
prepara,ndo a los C1wacc¿zgos de los cnatro
"swyos'' del f?np er1:0 para la gran insiirrección.
Pizarra había abandonado Ciisco, volviendo a J ai¡ja,
con el propós·it'o de organizar la colonización del pa'ÍS,
fmidar cú1,clades y la capital ele su gobernación. L e preoo11-
paba también la expedición de don P edro de Alvarado,
q'ne había invadido el antigiw reino de Qi¿if0i, tratando
ele disputarle la conq1.iista del P erú. Así, enfregado el
Cnsco a
'U
hermanos Gonzalo, H ernando
y
J i¿an, con la
mayor parte de la g'uarnición, despachó a Almiagro con–
tra 11l rnrado y aj no a todo temo:r de alzamiento de in–
dios 110 tuvo ya otra preoc11pación qite arreglar con el
úitrn o Gob u-,nador de Guat'eniala los t é'l"niinos de 11:na
capitidación hom·o a y procura?· de.;p1iés a sn socio fa –
cilfrlades pa1·a la x pedición a Chile.
Nada le hi o sospe<!-har la celada qi¿e se preparaba
contra los invasores, ni el resentimiiento del I nca. B ien
e 'lierdad q1te debía n intranqitilizarlo la falta de tacto
político dd orgi¿lloso y vano H ernando, y la ava.ricia de
qiie tanta ·m;uestras habían dado Gonzalo y sits co11npa -
1"ieros d armas, exigiendo a los noble del Ciizco la ·en–
trega de
t
oro qne se crcfo oc11ltos.