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foe nescesario por entonces, le conuino a Her–
nando Cortes estar ausente en yr a vn trabaxo–
sissimo camino contra vn capitan que le fue
ynobediente, y conosciendo el valor tan premi–
nente del Licenciado Alonso <;le c;;ua 'i(o, le dexo·
por su lugartheniente. Apenas era salido Her–
nando Cortes, quando uvo malos rencores, em·
bidia y grandes turbaciones, que hecharon de
la tierra al Licenciado los mismos ynuentores
de las nouedade5, por
lo
qual tuuo
p.orbien de·
yrse a Santo Domingo, en donde fue rescebido
muy bien y biui o lo restante de su vida rico,
fab orescido · y acatado de los cibdadanos, por–
que fue Oydor y Juez de residencia vn poco·
de tiempo en el lugar (r ).
( 1)
De l naufragio de Zuazo
y
sus compañeros
hay
un a
relación más exte nsa
y
mejor escrita que la de Gutiérrez
de Santa Clara, 'en la
Historia general
y
natural de la:;
Indias,
de Gonzalo Fernánd ez de Oviedo,
t.
IV,
pági–
nas
482
a
509 .
No menos curiosa es la re lación del naufragio que el
Maestre Ju an tuvo en el isl'!te de La Serrana , año
1528,
publicada e n la
Colección
d~
doqumentos inédt'tos relativos
al descuúrimiento, conquista
y
organización de tas antigua:;
posesiones españolas de América
y
Oceanía,
't . X, pági-
nas 57 a 65.
Reprodújela en las
Relaciones ltistó1·icas de América.
Primera mitad del siglo xv1 (Madrid,
1916);
págs.
16
a
25.