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a lgun tr a to doble contra el en fabor del tirano. Y
por tanto, no qu eriendo para r en ning una parte
salio de P as to con todos sus cauall eros y por el
camino y ua dizi endol es muchas palabras de g r an··
de' esfuen;o animando los para yr adelante s in re–
zelo de los peligros ni assechan<;:as que.les podrían
poner los ti q mos . Y mas. les y ua prometiendo de
hazelles muy seña ladas mercedes y de r epa rtir
ent r e ellos la tierra dando les los repartimientos de
yndios que los trayd ores tenía n, y assi de otras co–
sas que se suelen prometer a los solda dos, de qu e
yuá n muy contentos co n estos largos offresci mi en–
tos. Estaua Jua n Marquez, vez ino de Quito , en s us
pueblos, veynte y cinco leguas de la c ibdad de
Quito, con cie rtos hombres de Gorn:;:alo
Pi~arro,
el
qual espiaua grandemente a l Visorrey con sus yn–
dios g ua ncas y otros mu chos de los Ca ña r es y
luego daua auiso a l tirano,
y
as.s i sabia cada di a
adonde el V isorrey paraua y dormía y la gente
que traya y los cauallos que en e l campo au ia .
E l Visorrey tuuo en es to grande ynaduertencia,
porque a fa lta de buenas y fiel es espías no podía
sabe r cla r amente donde el tirano es tariá, por no
querer aguardar a que corriesse el tiempo para
que se descubriessen los secre tos ele las gentes y
lo que en e ll os podria aue r. Antes prec ipita ndose
en las ondas de la_mar y e n los pe ligrosos t rances
de ma la for tuna , se engo lfo de ta l ma nera que
quando quiso salir dellas no pudo, hasta que se ha–
llo enredado de tal sue rte que des.p ues le costo la
vida. Camin a ndo , pues, el Visorrcy por sus jorn a–
das contadas, yendo de pueblo en pueb lo ll ego al