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los maltrataua y les robaua sus haziendas di zien–
doles mil ynjurias. ¡O
q'uan~o~
cl eu en los prínci pes
y g randes señores de prohibirlo, y los hombr es
cuerdos y prudentes no consentirlo, en que los que
se mues tran bul liciosos y tiranicos no alboroten ni
escanda lizen los pueblos que estan pacifficos, ni
roben a los camina nt es ! porque en leua ntandose
v n tir a no en vn pueb lo, Juego se abi na la crueldad
y
se despierta la mala cuclicia. l\Ias ¿que digo? que
e l que lo auia el e r emedi ar es ta ua
~e!'.i
Quito bien
apartado de la mar y de
los
tiranos y teni a poca
potencia para lo haze r; princ ipalmente Su Mages–
tad, que estaua muy le'.'-os alla en España, -que a e l
yncumbia obuiar estos males que es tos tir a nos
hazia n en la tierra; mas, en fin, a l fin todo u vo fin,
como en e l quinto libro diremos , que el r ey nues–
tro eñor, como xpianiss imo lo r emedio todo. Tor–
na ndo a nues tro proposito digo que quando entre
los tiranos crescc la auaricia, cae· por si la justi–
cia, enseñoreasse la fu en;a, r eyn a la r apiña y
l
hurto, a nda suelta
y
desenfrena da la lu :xuri a; pre–
ual escen los malos , los bu enos son oprif!!idos y
YeXados , y los que p9co pueden son fon;:ados con
mill temores . Finalmente los ma los
y
peruer sos se
hue l;an de biuir en perjuycio de los pobres, por
e ncamin a r las cosas a
u proposito
y
a su propio
ynteres, como este cosa rio hazi a, que todo e ra
para su prouecho y en daño de s us proximos, como
lueo-o diremos en esta obra más adelant e.