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dellos aunque los otros na uios se auian llegado a
le fabo r esce r. Viendo Remando Bachicao la r esis–
tencia que haz ia n los leales comenc;:o. a dar gran–
des cozes a los suyos diziendoles que saltassen en
el galeon por el otro bordo, pues estaua emba rbas –
cado en las xarcias, que ya a ui an abaxado las ve–
las por no perdersse todos y morir a hogados. Y
los r ebeld es lo hizi eron ass i, que como e ran mu-
. · chos salta r on en el na uio , juntamente Bachicao
tras ellos, los qu a les hi zieron r etr ae r a los leales
debaxo de cubierta, sin mu erte de ning uno de en–
trambas partes , a unque e l
endi ab l~1do
Bachicao
d ez ia con g r a n furia que los ma tasse n a todos.
R e ndid a es ta ge nte
y
marineros, por el noj o que
le a ui a n dado y por mostrar mas su g r a n soberui a,
despues de auer pu es to remedio a los dos ga leones
ma ndo g ua rd a r a l dicho Pedro Gall ego
y
a l pil oto
y
contramaes tre, para los a horcar en entrando por
el puerto ele Panama, corno lo hi zo despues. A los
pasajeros y marin eros perdono por ynter cession
de los dos procuradores
y
del cap ita n juan de Ho–
jeda
y
de otros, y porque tarnbien los a uia menes–
te r para los hazer oldaclos
y
seruirse dellos,
y
a
lo que mas hi zo agr a uio fu eron a los triste mer–
cadantes , que no solamente los lle no cons ig·o, mas
au n les tomo
y
robo toda qua nta ropa y mercade–
rias jleuauan. Por lo qua l muchos dellos queda ron
to ta lmente pe rdid os, qu e es te cru e l cosario no tuno
compassio n de los pobr es xp ia nos a qui en despo–
jaua, an tes como e ndemoni ado moro o a larbe
(1 )
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~!s.
nlnónróe.