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estando todos en gran silencio, Diego Centeno,
como mayor y mas principal procur.ador, pre ento
na peticion en la qual dix o muchas y diuersas
cosas que cumplian al se1·uicio de Dios y al de Su
Magestad y al bien comun de los pobladores
y
na–
turales de la tier_ra, en auer hecho merced a Pic;a ·
rro de la g·ouernacion
del~a.
Los Oydores habla–
ron poco en este caso, y luego llamaron al dicho
Gorn; alo Pic;arro, el qual pue to ante ellos con
el sombrero en la mano y con demonstracion de
g ran humilldad, le tornaron a nombrar por
Go–
ue rnador de los reynÓs y prouincias del Peru en
nombre de Su Magestad, y esto hizieron con mas
r ezelo .que de voluntad. Ant€; todas cosas l e toma·
ron solenne juramento que si por ventura Su Ma–
o-estad_no le quisiesse hazer , ni conceder la mer–
ced de le confirmar la gouernacion,
lu e:::~;o
que lo
tal se supiesse, que la deporl!!_a y qexaria en ma–
nos de la Real Audiencia, de quien la auia r esce–
bido como de su verdadera señora; y el assi lo
prometio de hazer y lo juro en forma. Y p ar a el
ase
0
ramiento desto dio bastantes fian<;as para
dar residencia y estar a derecho con todos aque–
llos que le quisiessen pedir y demandar alguna
cosa, y todo esto se assento en el libro de acuerdo
por Jeronimo de Aliaga, escriua no mayor del
Peru y secretario de la R eal
Audienci~.
Hechas
estas cosas, luego los alcaldes y regimiento de la
cibdad que alli estauan assonados, lleuaron a Gon–
<;alo Pi<;arro a las casas de cabildo , y alli lo r esci–
bieron por tal Gouernador nombrado por la R eal
Audiencia, con todas las solennidades que en tal