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· llos y ellos armados de cotas
y
corazinas,_ se fue–
ron deréchos a la cibdad, la qual anduuieron
y
corrieron por todas las calles, y a la redonda délla;
circumyendola toda, quando juntos, quando de •
quatro en quatro, y como mejor les parescia. Des–
pues que u vieron corrido todo lo que les parescio
se vinieron
á
la plac;a, en donde estuuieron para·
dos toJos juntos por ver si oyrian algun bullicio,
y déspues que vieron que no auia nada, ni de que
se rezelar, salieron todos de la cibdad para donde
Gon<;alo Pic;arro venia. Aun no eran bien salidos
estos hombres quando por horden del Maestfo de
campo entraron de ymprouiso otros cinquenta co–
rredores, arcabuzeros, los quales vinieron no .me–
nos armados
y
en buenos cauallos que los otros ·
auian llegado. Y luego encontinente dieron sus
bue.Itas y rebueltas corriendo por toda la cibdad,
atrauesandola de vna parte a otra con gran pres–
teza, y de alli salieron todos juntos
y
se fueron co–
rriendo hazia el camino de la cibdad de Truxillo
y passaron el rio grande por el vado, quanto vn
quarto de legua, mirando y escudriñando si auia
por alla alguna cosa de que se guardar. Des-pues
que vieron que no auia de que rezelarse, dieron
la buelta para la cibdad passando todos juntos por
medjo della corriendo con·gran bozeria
y
alarido,
y
assi ~ fueron
a dar auiso a su General y a su
Maestro de campo, que ya venían todos marchan_
do en buena hordenanc;a,
y
alli dixeron que a su
parescer estaua todo el campo seguro. Como to–
dos estuuiesse/n cerca y era aun de madrugada,
Gon<;alo Pic;arro se dio priessa para entrar tem-