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dieion~s,
encomendan[do]lo al demonio, y a Pi<;.a·
rro y a todos quantos venian con el. Dexo tai:i es–
candalizados a todos los qhe auia .en la cibdad este
crµel carnicero ; assi a los Obispos corno a los
officiales de Su Magestad
y
a los capitanes, que
fue
c_9sa
de marauillar, especialmente a los tres
Oydores, que no supieron
~e
como lo$ áuian de
tratar los tiranos entrando en ella. Y assi no tu–
uieron 0tro remedio para su conbuelo y por la
pesadumbre que
t ~nian,
sino de quexarssa a los
Obispos
y
a los tres officiales
y
a ;los cibdadalios
mas principales
qüe
auia que siempre andauan .
eon ellos, a los quales dezian que lo que Francis- /
co de Carauajal auia hecho auia sido- ei1 grañ
desacato y menospredo de la Real justicia,
'Y
·que
algun dia pagarían los
ti~anos
con la muerte la
ynfidelidad que auian cometido contra Su Mages–
tad; y assi dixeron otras muchas ·cosas. Mas, en
fin, como entonces no auia possibilidad ni poten–
cia para remediallo, se dissimulo
y
se callo todo,
pensa~dQ
de lo remediar quando pudiessen, y nun–
ca vino este
f
empo sino muy.tarde, como adelan-
te mas largamente direm0s. De manera que bueltq
, Fr·ancisco de Carauajal al exercito de Gonc;alo
Pic;arro, le hablo largo y le dio cuenta de lo que
_ auia hecho y de lo que auia seBtido en la cibdad,
de los Oydores, y .de como auia hecho soltar a los
presos, y assi de otras cosas, y Gonc;alo. Piqarro
1
las dio por bien hechas como sí fuera se:fior a9so-
luto de toda la tien;a. Otro día, por 1a mañana,
hizo Francisco de Carauajal apregonar la pro·
uission, como
es~aua
ya platicado un dia antes,