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hinchada y soberuia:
Señor Francisco de Leon"'
bien tengo creydo que .no me dz'reis otra cosa de
lo que el señor General manda, especialnunte
trayendome esta señal que trae. Cierto su nerced
no sabe lo que se 1nanda, y perdoneme su ausen–
cia, po.rque-no
lo
entienden
l.osque se lo aconse-
jaron, porque si a estos hombres no les quita–
n10s las vidas ellos nos las quitaran
despu~s
a
nosotros; y pues el assi lo quiere y manda, ha–
gasse por cierto' aunque es contra tolla mi vó
luntad. Mas ¡por vida de tal y
den/enie.g~
de tal!
que el hombre que no siguiere la va.ndera del se–
ñor Gonr;alo Pir;art'º y no,le rescibie1/e por Gouer–
nador, que yo le haga vn tal juego que se acuer–
de de
nii
parq,.toda su vida.
Considere el piadoso
lector lo que sintirian los presos, y qual ternian
los animos quando oyeron aquella tan terrible
boz de Francisco de Carauajal quando los manda–
ua sacar,
y
verse l'uego
m~niatar
queriendolos
lleuar a matar sin ninguna piedad, a la carniceria
de carne humana. Passadas estas cosas mando a
su alcayde
solta1~
a todos los que tenia I{fesos,
ecepto . a Pedro Manjarres , que , lo mando bien
guardar y
n~e
quiso soltar hasta que le dio l§l
mon~da
que le prometio, segun se dixo despues y
aun el mismo Manjarres lo publico por toda la
cibdad. Hechas estas [cosas] dio luego la vuelta el
carnicero con sus cien arcabuzeros para el campo
de Pi<;arro, que no quiso quedarse a comer en la
cibdad aunque fue de muchos combidado, y dexo
dos soldados por espías por ver y oyr lo que se
dezia contra el, y estos ·oyeron dezir muchas mal-
G.
DE SANTA CLARA.-lI.-I.
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