de la Real Audiencia
y
en menosprecio de la Real
justicia, se fue a casa de los vezinos donde tuuo
noticia de su espía que possauan, a los quales
prendio de vno en vno y lQS lleuo a la carcel pu–
blica y los hecho en fuertes prisiones, apoderan–
dose de la carcel, quitando las llaues al alcayde, y
nombro a otro que consigo auia traydo. Supo en
aquella ora que 4rabiel de·Rojas y Alonso de Ca–
ceres, thenicnte de Arequipa, se auian retraydo
en la camara del Obispo Don Fray Geronimo de
Loáysa, y el fue alla para los prender y mando
?.brir las puertas con amenazas que las quemaria,
y
abiertas saco los dos caualleros de la recamara,
sin ningun miramiento ni respecto del Obispo, y
de alli los lleuo a la carcel, ·quedando el Obispo
bien escandalizado, que tuuo entendido que no lo
hiziera. No uvo hombre en aquella ora que fue–
ra tan ossado a lo r..esistir, ni se atreuiera a los
deffender, ni aun a hablar sobre esta fuen; a tan
exorbitante y atrozissima, ni menos los Oydores
fueron parte de hazer cosa alguna para quitallos,
porqus no tenian posibilidad para ello, porque to–
dos los soldados se auian ya passado· a la parte
contrada que en esta ora estaua quatro leguas de
la cibdad. Quando amanescio ya los tenia presos
en la carcel, que
fuer~n
hasta quarenta hombres,
y antes que se ocupasse en otra cosa fue a uer a
los Oydores que se auían ajuntado bien de madru–
gada en casa del Oydor <;arate a platicar del gran
atreuimiento y desuerguern;a de Carauajal, y con
ellos se auian ajuntado los dos Obispos
y
el Elec–
to y los officiales de Su Magestad que para ello