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rrey de como e taua y de la manera que lo trata–

uap. Y con este acuerdo entro con los suyos, y con

demonstracion que le p1azia de lo hecho

y_

ma de

la prision del Visorrey, porque luego propuso en

si de lo librar si le vía en necesidad, que ciertamen–

te, si el estuuiera en la cibdad, segun hemo dicho,

no le prendieran ni nadie se atreuiera a menear.

Con este pei1samiento, aunque con gran disimula–

cion, se fue a la posada de Cepeda, y presentan–

dosse ante el le dio el parabien de u pre id ntazgo

y gouernacion,

y

le dixo de como e hol:::;aua mucho

de todo lo hecho y que estaua muy bien hecho, y

luego le entrego los dos prisioneros que traya: El

Oydor Cepeda le dio la bienvenida, recebiendole

alegremente, y a los que ve-nian on el hablo gra–

cio amente_) los embio a us ca a a desean ar, e -

p ecialmente a los dos pre os, que los dexo yr libre–

mente y ello le besaron las mano por tan -ran

m erced como se les hazia, ca tuuieron creydo que

en llegando ·a la ciboad

aui.an

de ser luego justi–

ciados. El Oydor Cepeda y Don Alonso de Monte–

maJ74 r trauaron en aquella ora muy grande amis–

tad, aunque lo eran ya de atra , y a i lo de la

guarda l e dexauan hablar de pues con el Visorrey

cad't ez que lo yua a visitar, aunque esto no se

hazia con todos, porque d e muchos se tenia sos–

pecha y se rezelauan que lo oltarian. Pue yendo

otro dia Don Alon o de Montemayor a isitar al

Visorrey, se hablaron d e muchas cosas delante de

mucho ; mas otro día, hallándose solo , el Viso–

rrey comenc;o a quexarse de los Oydores y de u

capitanes y soldados, como le auian n

~ gado,

y