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rrey, que no hazia otra cosa sino brauear de puro
coraje, porque ya no sabia de quien :fiarsse, ni me–
nos se·atreuia embiar ·a 11adie tras ellos, acordan–
dosse de lo que a su hermano le auia suscedido; y
suposse la yda destos hombres en esta manera.
Como el Vtsorrey se velasse siempre en palacio,
mandaua velar tambien la cibdad desde el ·princi–
pio que se alc;o Gonc;alo Pic;arro,
y
los que auian
velado la prima, auiendo ya rendiCl.o su quarto,
fueron a llamar a ·los que auian de elar la modo–
rra,
y
no los hallaron, que los vnos possauan en
casa del Factor,
j
los ofros en casa de Pedr_? Mar–
tin de Cicilia. Quando los veladores entraron en
la possada de Pedro Martin de Cicilia, la hallaron
toda despoblada,
y
la caualleriza sin cauallos,
y
sin
detenerse, adelünando lo ·que podia ser, lo hieron
prestamente a dezir al Visorrey, cómo hombres de
casa del Factor y de Pedro Martin de Cicilia eran
ydos al ca1gpo de Gonc;.a'.lo Pi<;arro. Bien puede el
lector considerar el gran enojo y pessar que des–
to
rescib~ria
el Visorre1 , porque sin duda (1) fue
muy grande, como arriba queda dicho, y luego
mandó a vno de los de la guarda que fuesse a la
yglesia mayor Y.tocasse brauamente ·al arma con
la campana que para el tal casso estaua ya seña–
lada, y mandó soltar algunos arcabuzes a los ve–
ladores. Tocada al arma, luego acudieron todos
los capitanes y soldados que possauan dentro de
las cercas
)
fuera dellas, los quales se pussieron
delant~
de las puertas de palacio, sin saber muchos
(l)
Ms.
dada.