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ranico, como
a~ras
queda dicho, de que algunos
<le los suyos le querian prender o matar, y por esto
·si pudiesse escapar se fuesse con presteza del pue–
,blo. El General
~e
dió credito por muchos yndicios
y señales que auia visto y sentido en el camino en
-el capitan y en ios soldados, y el mismó regente
dio auiso desto a otros que le parescio que eran
amig·os del Visorrey y ser_uidores de Su Mag estad.
En fin
A!
e la Nuñez rezelandose.mucho desto, por–
que quando reposaua un poco de noche, o cami–
naua, o hazia algo, ninguno le acompañaua sino
basta quatro o cinco hombres, que los demas se
.apartauan del, y si le ponian la g·uarda d e noche
ninguno ]e ,queria velar, antes se enoj auan los sol–
<iados, diziendo que no auia de que temer, pues los
enemigos estauan muy lexos,
y
si el mandaua ha–
zer alguna cosa no querían hazello
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sino era lo que
mandaua el capitan ynferior; certifficado, pues, el
General, deste motin, sin dezir nada sino al reg en–
te, para que hiziesse salir luego a sus afficiona dos,
se fue a boca de noche hazia el río, con e l c au a llo
de diestro, como que le yua
á
dat: de b euer, que
.criado no tenia, para desde alli hechandole el fre–
no que en la mano lleuaua, escaparse a vña d€ ca–
uallo. El capitan y los tumultuarios lo sintieron
luego, que lo espiauan ya, y se fueron tras el al
rio, al qual hallaron que estaua y a hechando e l
freno al cauallo, y encontinente le cercaron todos,
y el primero que hechó mano del fue Juan de la
- Torre Víllegas, y luego Rodrigo de Salazar y G e–
ronimo de Villegas, y assi lo prendieron con otros
quatro leales que tambien yuan al rio para huyrse,