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DE LA RE\OL
CI~
DE
f~GLATEHnA.
8;)
opinion n1 de ignio sobre este particular pod\a llamarse verdaderamente
nacional. Entre, los partidarios del episcopado, algunos pocos, animados
de la energia de la fé
ó
de la obstina ion del interé personal, defendian
sus preten iones al derecho divino; otro , mirándolo como institucion hu–
mana, la consideraban in embargo, como esencial
á
Ja monarqufa,
y
reían comprometido el trono si se la tocaba en lo mas minimo; los res–
tante , en gran número, hubieran escluido voluntariamente
á
los obi po
de lo · cargos público ; pero les parecia que la tradicion , las leyes y la
oo Lumbre , exigían que.permaneciesen
á
la cabeza de la iglesia.
En el bando opuesto no eran menos distintos lo pareceres : alguno
eran favorables por costumbre al episcopado, i bien·su opiniones les
eran contrarias; segun el modo de pen ar de otros mas ilu tractos,
ningu~
na in titucion de la iglesia era de derecho divino ni absolutamente legiti–
mo, pudiendo variar segun lo lugares y los tiempos; el parlamento era
árbitro demudarlas, y solo el interés de las libertades pública podía re-.
solver la ene tion d l episcopado, que ningun principio mandaba mantener
ni abolir. Pero el pueblo pre biteriano
y
su mini tro veian en el régi–
men episcopal una idolatría condenada por el evangelio, una vanguardia
del papismo, y rechazaban con fervoro a indignacion los ritos, la for.....
ma de su culto y us con ecuencias mas lejanas, reclamando
á
favor de
la Constitucion republicana de .la iglesia el derecho divino que los obispo
habían usurpado.
Algun tiempo despues de alcanzada ya varia ventajas en la reforma
política, e tas disidencia embarazaron la marcha del parlamento. A i
que empezaban
á
discutir e las cuestione religio a , e di idian en campo
opue to los enemigos de la córte hasta entonces unánimes : variaba fluc–
tuante lama oría, y ningun partido se pre entaba animado de un mi mo
espíritu, ni estaba acorde en sus deseos, ni tenia fuerzas para dominar
á
lo demá . Pym Hampden, principales jefes del partido politico, soste–
nían frecuentemente la mocione mas atrevida de los presbiterianos ;
era abido in embargo que no lomaban parte en sus fanáticas pasiones ;
que se dirigían ante
á
reducir el poder temporal de los obispo que
t
mudar la con tit.ucion de la iglesia,
y
que contaban con ba tantes parti–
darios entre lo populare de la cámara alta. Algunos hombre prudente
acon ejaron al re
r
que para acar partido de estas di ansiones secreta ,.
ante que e efectuase la union de los reformista politicos con los religio-
o , confia e osadamente
á
los primero los negocios de la corona y del
E tado.