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SOBRE LA REVOLUCION DE 1 GLATl:mBA.
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pidiendo con instancia el licenciamiento de una parte del ejército, y po–
niendo en venta el palacio de Hamptoncourt, concedido poco antes
á
Cromwell para fijar en él su residencia. Diez y ocho meses hacia que du–
raba ya esta apremiante situacion, cuya crisis no podía hacerse mucho
tiempo esperar. ¿Quién seria dueño de la nueva situacion? El parlamenta
adoptó repentinamente el partido le avresurar por si mismo la di olucion
que le pedian: entró vivamente en la
discu~ion
de la ley electoral y la
rotó; pero procuró que mediante su votacion volviera
á
caer el poder en
las mismas manos que entonces lo tenian. Los miembros actuales del
parlamento republicano eran de hecho
y
sin nece idatl de reeleccion
miembros del nuevo parlamento: no debian rnriflcarse elecciones sino·
para llenar los huecos de la asamblea seg
1
m el número total fijado por
la ley.
Y para que nada faltase
á
la eguridad de la combinacion olo lo
antiguos miembros eran.los que babian de
com~onei·
la comision de exá–
men y aprobacion de las nuevas elecciones. ·
Bien se eiJha de ver que su sistema estaba muy lejo de ser una di–
solucion del parlamento. Cromwell no anduvo ya en vacilaciones: rom–
piendo bru camente una a amblea de oficiales que se hallaban reunido
en su casa, se trasladó
á
la cámara baja, ocupó silenciosamente su pues–
to en medio de la discu ion,
y
cuando se fué
á
proceder
á
la ,·0ta ·ion
de la le.y electoral se levantó súbitamente
y
aprovechándose del de crédi–
to en que los intrigant s del parlamento babian caido , lo insultó grose-·
ramerite para acabarlos de envilecer, les indicó con profunda brutalidad
que su mision babia terminado, los mandó espulsar del sal0n como intru–
sos por una compañía de soldados,
y
de esta manera puso súbitamente
fin al parlamento.
Nadie resistió, nadie levantó la voz; no porque el parlamento espul–
sado careciese de amigos ardientes
y
leales, aunque poco numero os;
sino porque no pudo menos de comprenderse que estaban en contra suya
.la fuerza
y
la opinion. Todos los demás partidos sin perjuicio de aprobar
ó
no aprobar en su interior el acto de Cromwell se alegraron considerán–
dolo como un rasgo de justicia que les restituia la libertad. Lo vencido
se sometieron intimidados óconociendo su impotencia
y
aquellos agitado–
res revolucionarios que durante nueve años habían sosteniuo la guel'l'a
civi!, e pulsando del parlamento las tres cuartas partes de us cólegas,
condenado á muerte un rey, cambiado tiránicamente la constitucion de u
pal , tuvieron oca ion de comprender que el gobierno- de los pueblos e.