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HISTOI\L\

para convencer de ello

á

V. M. ; sino no lo soy, nada podrá bastar en

adelante para acreditarme de tal. n Y al propio tiempo pasó á la torre,

hizo una larga vi ita

á.

Lilburne, habló con efusiori de su celo por. la cau–

Ra comun; insistió apasionadamente sobre el peligr0 de la menor desu–

nion, le preguntó qué contaba bacer cuando se le pusiese en libertad, y

al despedirse le prometió emplearse en la junta encargada de su causa

para activarla.

No por esto se le pu o en libertad; aun mas : la junta, presidida por

Henrique Martyn, no activó la sumaría,

y

las relaciones de Cromwell

con S. M. prosiguiel'On pero ma reservadamente. Muy lejos estaba Crom–

well de participar de la fanática presuncion de su partido, mas sin em–

bargo sentiase devorado de ambician y de incertidumbre : la combina–

ciones mas raras , las e peranzas mas opuestas torturnban su mente, y

si bien

á

ninguna de ellas en particular queria entregar e decididamente,

tampoco queria romper de un modo absoluto con ninguna. Pareciale du–

dosa la victoria de los republicanos,

y

quiméricos sus deseos entusiastas;

amenazaba su poder la indi ciplina. u picaz

y

apasionada de los soldados;

su genio se indignaba del

de~rden

al tiempo que lo fermentaba.; el nom- ·

bre de reyera toda\'fa un poder, sualianza un medio,

y

su restablecimien–

to una probabilidad: era esta la idea que eguia como otros muchos;

·pero estando siempe dispuesto

á

abandonarla por otra mejor, es decir,

tentando los caminos de la fortuna con ánimo de reservar e la eleccion

del mejor. El rey por su parte, bien in truido del estadode los ánimos en

las cámaras

y

en el ejército, daba nuevo aspecto á su neg·ociacione .

Di–

rigfanse estas menos al partido qLle

á

sus jefes,

y

dejaban columbrar mas

favores individuale que conce iones públicas. Ofreció á Jreton el mando

de Irlanda ;

11.

Crornwell el mando general de los ejércitos, el de la guar–

dia real,

y

el t(tulo de conde deEssex : otras mercedes se habían indica–

do para sus principales amigos. Entre tanto dos pri ioneros realistas en

la torre informaban de todo á Lilburne,

y

le incitaban

á

a pirar á algun

empleo, aprovechando la coyuntura. i e aceptaba e te partido se ase–

guraba el rey el apoyo de lo jefes; pero si llegaba

á

sospechar e seria

grande el trastorno.

· Seguramente que los dos generaies no podian ignorar tales idea , por

cuanto el rey estaba rodeado de u e pia ; el coronel Whalley, que

lo custodiaba con u regimiento , era primo

y

hechura de Cromwell ,

y

sabia los menores incidentes de la vida del rey, u paseo , sus conver–

saciones, la visitas

y

los manejos de su con ejero , la disorecione de