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lllSTOlllA
No t'.}nian un
fin
ni una do ·tl'ina conocida; aquello campeones popula-
1·e del republicani mo avanzaban con empuje terrible; aspiraban
á
cam–
biar Ja ociedad, las relacione , las co tumbre , lo mútuo -enlim[ento
de los iudadaoos : en esLe par
ti
ular eran onfusa su miras. Da Lába–
L á uno la destruccion de lo privilegio de los lores ó de lo juri con–
sultc..s,
y
á otros algun piadoso en ueiio, como la e paranza del próximo
rninado del eiior. Alguno bajo el nombre de
rncionalistas
reclamaban
· bsoluta independencia para Ja mente tle cada individuo; otros Ireconi–
zaban la igualdad de bienes
y
de derechos,
y
fueron llamado
nivelado–
res.
Pero no les convenia este .nombre, que desecharon, ni otro ningu–
no, por cuanto no formaban
ni
una secta sistemática , ni una fac ion
·on agrada ardientemente
á
un solo objeto. Entre pai ano
y
oldado ,
visionario
ó
demagogo , un deseo vago de inno acion, de igualdad
y
d
i dependencia con tituia todo el fondo; ambicio os sin odicia, enemigo.
do todo interés ó cobardia, eran el resorte general
y
el terror de tocio.
1
partidos, que sucesivamente debían servir e de llos
y
engañarlo,.
olo Cromwell logró plenamente uno
y
otro de ignio : nadie orno él
obtuvo tanta intimidad
y
onfianza. Todo en él le plugo; lo armnque
Jo su imaginacion; su prurito de con tituir e igual
y
compañero de Jo,
mas gTo ero , su leng·uaje mlstico
y
familiar,
y
sus modales, ora triviale
y
e~altado
que le daban visos de in piracion, ora sincero , ora sulile ,
hijos del genio, que parecía favorecer
á
una cau a sanl.Q.. De e te modo
habia encontrado entre ello decidido partidario , miembros del consejo
Je Jo agentes, di-puesto iempre
á
ublevar el ejército, bien fuese con–
tra el rey ó contra el pal'lamento.
El mismo Lilburne,
1
mas indomable
y
meno crédulo de lo hom–
bre , que babia 'alido de su regimiento por inobediente, le era adi to :
u
Os con idero
1
le escribía , como el orazon mas desinteresado
y
puro
entre todos lo llombre poderosos de Inglaterra;»
y
mucha veces su
valor había servido á romwell contra lo pre biteriano . I?ero cuand
triunfó el partido, uando nada tenia que temer del rey, de las cámara
ni de la municipalidad, entonoes empezó
á
re: entir e el poder de aqu
1
~efe,
pues Ja desconfianza
y
el temor debía tomar otro rumbo. Las nego-
ciacione con el rey habian dado que murmurar, solo ontenia á lo
des ontento el temor de caer en mano de lo presbiteriano . E te temor
había de apárecido on los enemigo ; sin mbargo, en ez de con u–
mar el triunfo de la causa, se continuaba vi i ndo en ami tad n aque–
llos,
y
manteniendo relacion s con lo delincu nte .