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lllSTORIA

do,

escribió á sus confidentes del condado de Hertford que era preci

o

caer

á

mano armada contra tales faccio os. Pero, pudo mas el influjo

de algunos oficiales reformados ;

y

aun el del mismo Essex, pues al cabo

se sometió Dalbier y pasó al cuartel general.

A la verdad no era muy vivo el descontento entre los soldados, ni

les era muy penoso el pasará obedecer

á

su nuevos jefes..El parlamento

les hizo distribuir quince dias de sueldo, y ordenó la venta de los bienes

secuestrados

á

algunos delincuentes para hacer con ello frente á impe–

riosas reclamaciones. Amotináron e asimismo los soldados de Cromwell,

á

pesar de sus promesas, declarando que solo querían servir bajo sus ór–

denes; pero tuvo aquel bastante imperio sobre ellos para hacerlos entrar

en su deber. Al saber su insurreccion , partió al momento para prestar .

segun dijo,

á

las cámaras este último servicio antes de dejar el mando .

Por el 20 de abril casi se babia llevado ya enteramente

á

cabo la opera–

cion general ; todos los

nuevo~

cuerpos se organizaban sin obstáculo :

solo en Lóndres se prolongaba la agitacion por el concurso de oficiales

reformados que acQdian

á

la capital, ya para solicitar sus deseos, ya es–

perar el concurso de los acontecimientos.

En Oxford rebozaban esperanza el rey y su córte. No dejó con todo

Cárlos de sentir .alguna inquietud de pues de haberse rolo las negocia–

fones de xbridge, á

pesa1~

de las brillantes noticias de Escocia. Aunque

poco di puesto

á

la paz, necesitaba que domina e en Westminster un

partido pacifico, por lo cual no pudo menos de sentir que este liubiese

sido derrotado. Resolvió entonces·separarse de

su

hijo árlos, prfncipe

de Gal!es, que rayaba en los quince años,

y

enviarle con el título de ge–

nerallsimo á los condados del Oeste, ya para darles un jefe capaz de

mantener su lealtad, y ya para dividir los peligros que podían amenazar

á

la majestad. Hyde

y

los lores Cape! y Colepepper recibieron órden de

acompañar al prfncipe y de dirlgirlo todo en su nombre. Tal era en este

momento la tri teza del rey, que llegó

á

hablar con H de acerca de lo

que sucedería si cayese en manos de los rebeldes,

y

le hizo consultar por

bajo mano si convendría hacer embarcar

al

principe para el continente.

«Tales cuestione , respondió Hyde, solo se ventilan el dia de la desgra–

cia

;n

y

el 4 de marzo el principe y sus consejeros se d.espidieron del re ,

á

quienno debían volver

á

ver. De alli

á

un mes, cuando se tuvo noticia

en xford de los ob táculos que encontraba la reorganizacion del ejército

parlamentario, cuando se vieron regimientos insurreccionado ,

y

e supo

que ce aban en el mando oficiales ilustres, todo fue conüanza

y

júbilo