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DE LA RE OL CIO DE 1'GLATEl\ílA.

99

pol'menore . Al lleg·ar

á

Edimburgo hizo Cárlos al parlam

n~o

y

á

la

iO'lo ia de Escocia cuantas conce iones e pidieron : parlamentos trienna–

le , abrogacion de las antiguas prerogativa de la corona, persecuciones

coatra lo pdncipale enemigos del pacto, inter encion del parlamento en

lo nombramiento del consejo pri ado, nada se negó. Prestábase el rey

,on una gravedad que no procedía ciertamente de conwlacencia al culto

de lo pre

bite1·i~no

, .atendiendo

á

su oracione

y

largo sermones :

1

go

ó

ecle, iá ticos, noble ó iudadanos, lo jefes del pacto eran do

quier favorecido , prodig·ándoles títulos, promesa , pen ione

y

empleos.

De repente se propagó por la ciudad el rumor de que lo do mag–

nates ma acreditados del parlamento, Bamilton Argile, se habian re- ·

Lirado al castillo de Kioneil, residencia del conde de Lanerk, hermano

del primero, para sustraerse

á

una detencion,

y

tal vez

á

un ase inato.

Fue urna la orpresa,

y

lodos se preguntaban admirados qne funda–

mento tenian los temores de los fugiti,·o , ó que

cau~a

el re para tales

de eo . Divulgáron e

estra.ña

onjeturas, de la que e qu jó con orgu–

llo

árlo orno de un ultraje,

y

reclamó del parlamento la e clu ion· de

llamillon ha ta tanto que eslm ie e vengado su honor. Firme circun -

p cto el parlamento, ·e negó

á

toda decision violenta,

y

decretó una in-.

formacioo. Oídos que fueron numel'o o le tigo , dió la comUun su die

támen, y. e declaró que no babia lugar

á

reparacion para el rey, ni

tL

t~mor

pura lo fugitivos. olvieron estos al parlamento, guardaron silen-

io, como 'árlos, obre lo pa ado, y no e habló mas del particular.

i uno ni otro partido queria patentizar sus miras. Al tiempo en que

l rey se decidia

á

tantas conce iones para ganar el ánimo de los esuo–

~e

, meditaba tambíen en ambo reinos la ruina de us enemigo . Per-

uadido de que los juece deberian condenar como trai ion las relaciones

<le lo descontento inglese con los sublevados de E cocía en la última.

iovasion, pa aba l mismo en

bu~ca

de prueba , juzgando que

á

su vuelta

podl'ia intentar contra lo jefes de la cámara baja la a u acion que no.

había podido anunciar lra!Tord. El conde de Montro , o ado jóveo,

anteriormente adicto al pacto p ro de pue partidario d

1

re , se había

bligado

á

pro urarle e to documento tan de eado . obre u palabra

habia partido árlo ; pero ante d su llegada había e citado la o pe–

cha d lo

coce e una carta aÚónima interceptada l or Argile, el

monarca al llegar á Esco ia nconlró

á

Montro e encarcelado. Enardeci–

do le con

1

riesgo

y

anh !ando enga1 e le participó qu si podia erle

l haría nacer

á

u erdadero enemigo

u pa ada con piracione .