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Apéndices.
ron en el Perú
y
el subceso que tuvo Mango Inga en el
tiempo que entre ellos vivió;
en la cual cuenta de esta ma–
nera la muerte de su padre:
«Pasadas todas estas cosas ambas dichas y otras muchas
que por abreviar he dejado, el dicho mi padre
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se tornó
á
Vilcabamba, cabeza de toda esta provincia,
á
donde es- ,
tuvo con algun sosiego algunos dias; y ·desde este pueblo ,
porque no se hallaba sin mí, me envió á llamar al Cuzco,
á donde yo estuve desde que me llevaro.n
á
Vitcos, en
casa de Oñate, arriba dicho, los cuales mensajeros me
hurtaron del Cuzco á mí
é
á mi madre, y me trujieron
escondidamente hasta el pueblo de Vitcos, al cual ya mi
padre se habia salido
á
tomar frescor, porque es tierra
fria. Y allí estuvimos mi padre é yo muchos días, á donde
aportaron siete españoles en diferentes tiempos, diciendo
que se venían huyendo de allá fuera por delitos que ha–
bian hecho,
y
que protestaban de servir
á
mi padre con
todas sus fuerzas t9da su vida: que le rogaban mucho
R_ue les dejase estar en su tierra y acabar en ella sus dias.
Y mi padre, viendo que veaian de buena boya,
(*)
aun–
que estaría sentido de los españoles, mandó
á
sus capi–
tanes que no les hiciesen daño, porque él los quería tener
en sµ tierra como á criados: que les hiciesen casas en que
morasen;
y
ansí, los capitanes de mi padre, aunque qui–
sieran luégo acabarlos, hicieron lo que mi padre les
mandó. Y el dicho mi padre les tuvo muchos días
y
años
consigo, haciéndoles muy buen tratamiento y dandoles
lo que habían menester, hasta mandar que sus mismas
mujeres del dicho mi padre los hiciesen la comida
y
la
bebida; y áun él mismo los traía consigo y les daba de
comer junto á sí, como
á
su P!!rsona misma, y se holgaba
con ellos, como si fueran sus hermanos propios.
nDespues ya de algunos dias
y
años [que] estos españoles
arriba dichos estuvieron en compañía de mi padre en el
(*)
De buena fé, sin mala intencion;
ó
que su venida no celába en–
gaño
ni
riesgo.