Número
2.º
[Lib.
2.º,
cap.
49,f.º
101,
col.
2.
11
-,
iín.
33.J
«Andando lasco–
sas de Tierra Firme en, los términos que ya es dicho, y
no las sabiendo Gonzalo Pizarra, ántes creyendo ' estaba
todo por él, y que sus procuradores habian ya pasado
al mar del Norte y iban ya la vuelta de España, y que
estaba enseñoreado de las personas y voluntades de los del
Perú, porque todos en aquellas provincias le reconocian
gran subjecion
y
procuraban hacer gran demostracion de
amor y voluntad
á
su servicio, unos porque le temian y
otros poPque no osaban hacer otra cosa; se persuadió de–
bía tomar título y corona de rey. Y pareciendo á él y
á
los
de su consejo que con aquello asentaría más su señorío, y
que con la mayor autoridad que ternaria confirmaría más
los corazones y los animaría á estar más firmes en su ser–
vicio, acordó de hacerló ansí y que se hiciese un act9 se–
mejante al que en tiempo de don Enrique se hizo en Avila
con su hermano don Alonso;
y
que para ello se llama–
sen todos los vecinos y persa.nas principales que en el Pe–
rú se hallasen y interviniesen poniendo la mano en el ac–
to; figurándose á él y á los de su consejo que con aquello
se prendarían más
á
estar firmes y unidos con él, por ha–
ber intervenido y puesto la mano en acto tan aleve
y
de
tan gran desacato.
•Y ansí, envió
á
mandar generalmente por el Perú que
viniesen todos á Lima; y sin embargo que tenia
á
su maes–
tre de campo Carabajal en el Cuzco á que tuviese aquella
ciudad y su comarca por él, le escribió que dejando aque–
llo en buena órden y seguro, se viniese á hablar en aque–
lla cosa. El cual, habiendo sido avisado cómo los licencia–
dos Carabajal y Cepeda
y
el capitan Juan ele Acosta, gran
·priva~o d~
Gonzalo Pizarra, le malmetiaI1 con él y persua–
dían que le debía mandar matar, diciendo que babia robado
mucho y con sus robos le hacia muy mal quisto, que se en–
tendía de él que se holgaba de detener por aquella tierra
con intento, sí
á
Gonzalo Pizarra mal le sucediese, de alzarse
contra él, y que sobre esto
habi~n
hecho gran instancia
todos; lo cual ansí babia sido por envidia que tenían por
lo mucho que el maestre de campo podía con
Gonza.loPi–
zarro;
y
creyendo que veniendo podrie más que no ellos,