Prólogo.
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-Y
es, por cierto, curioso . si no es incomprensible,
que habiendo peregrinado nuestco libro tanto tiempo,
por tan cultos países, y dádose
á
co~10cer
de tanta per–
sona ilustrada
y
pudiente, no haya
h~bido
una que en–
trase en ganas de publicarlo.
Al emprender yo ahora, lleno de buena voluntad,
esa tarea, no confio muy mucho en acabarla como
merece la memoria del insigne soldado de Llerena,
pero procuraré sacar su obra del olvido,
~iquiera
con
el
respeto que de otros no alcanzó. Yo mismo la he
tra~ladado
á las cuartillas para la imprenta, r.egulari–
zando, de paso, la caprichosa y discordante ortografía
de los amanuenses, enmendando los errores, supliendo
los artículos, preposiciones y conjunciones perdidas al
correr de la pluma, restaurando, en lo posible, las pala–
bras y líneas que han dejado incompletas las man–
chas y roturas del papel, y descifrando los pasajes
tachados, para que se conozcan del libro
has~a
los
arrepentimientos
del autor. Despues he comparado de–
tenidamente
el
texto de Cieza con
el
de su plagiario
Antonio de Herrera, advirtiendo los cambios
6
varian–
tes de más trascendencia que éste se permitió
y
ano-
contró en Madrid la· se¿;unda
y
tercera parte de la Crónica del Perú,
(
7'ra'Vels
of
Pedro de Cieza de Leon,
Introd.,
p.
XVIII.)
~No
seria
esa
parte tercera
el
libro tercero
de la cuarta?