XCVIII
Prólogo.
la tierra removida, al fin
fué
descubierta por los po...
.
.
. zos
y
el
.cuerpo que encerraba
pas.tode estos . caní-
bales.
Cieza no presenció la
~uerte
de su amigo:
"el
ma- ·
riscal, escribe, salió con sll: gente para ponerse en la
loma de Pozo á donde años
p~sados
por su causa tan–
tos indios perdieron las vidas
y
que
por
algun .secreto
juicio de Dios estaba determinado quél muriese en.
.
.
aquel lugar. Y yo queria· salir con él,
y
me rogó . que-
dase en la villa [de A.rma] yara
prove~r
algunas
cos~s
que á él
c~nv:enian;
y
desde
P?zo
me escribió que le
enviase las arnias que hab;a dejado en la villa,
y
ciertos
tiros, lo
c~al
se hizo
(a)."
Cuando tuvo noticia de :
aquella desgracia, con el temor de
la~
consecuencias
que podia tener para .él, abandonando. su hacienda
y
sus indios de Arma, huyó á.esconderse en unas minas
metidas entre los bravos canaverales de Quimbayá,
donde .se proponía aguardar la venida del juez Miguel
Díai
de
rmend~riz;
lo cual ·sabido por H ernández
iron, teniente de Belalcázar, le mandó que abando- ..
· nase su refugio y se saliese á Cali, órden que Cieza no
se trevió
á
desobedecer
(b) .
Inmediatamente despues de este suceso,
nu~sir.o
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