Prólogo.
X V
vincia de Antioquía, s,in otras ambiciones que conser–
varla
y
prt)~perarla;
pero encontróse en Cartagena
con -su deudo el licenciado Díaz de
Armendár.iz,visita–
dor
y'
juez de residencia c;n facu.l tades
d~
tomarla . en
aquella gob rnacion, en la: de Santa
Mart~,
en la de
Bogotá
y
en
'la.
de•Popayan, que
por
favor~cerle
y
ayu ·
darl.e contra
Bel~lcázar,
aunque ·
no
estaba todavía re–
cibido por juez en esta última, le proveyó por gob€r–
na.do1 de An tioquía, Arma y Cartago, que
faé
tanto
como proveer su desastres? fin
y
fi1:U€rte;
porque
~l
mariscal, fiando d.ernasiado en la
a~toridad
que le di.?
quien ciertamente no
podi~
dársela, desoyendo lQs con–
s j ?s de Cieza
(a)
y otr?S como él, que
l~almente
le
ad
v
rtian
de.lafalsa posicion en que Arme11dáriz y sus
d s os. ambicibsos le
h~bian col~cado,
entró con mano
arm da
y
bai:d ra tendida en aquellas poblacione8,
pr n
i
ndo
y
d stituyendo · los tenientes
y
justici(\s
pu . to por
~ l
adelantado, abl'iendo las cajas reales,
· fro llando p r todo; y
cuan~o
_Belalcázar regres9 de
•
11
Al una
v
e , platiC'ando yo e te negocio (la forma en que Ro–
ntr b por l gobern ion de Bel l "z )_con el mari cal,
y
áun
la ntrad , me respondió que t emía de· muchos que no le eran
yo
mu
h
ece le dije
(á
Robledo) que e·
' 1 iu<la d ..
nti
ch , pue Bel l ' zar enja pod ro o
y
1 fin
r
rn
dor de
Rey,
y
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teni oz
de teniente de un
juez
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. 11
(La Guerra de
·
uito,
cap .
, IU.)