Prólogo.
XCI
Ya en lo
bajo~
de
la-
sier.ray
cerGcr.del rio de las
Guam~s,\
d-ieron con algunos-
~aizales
abandonados,
Jhégo-
~on
d
·camino qµe otras veées _habian tran-
•
sit~do
los españoles, y
al ~ ~abG
con ºindiqs amigos,
que
l~s
proporaionaron guías _para sacarlos hasta el
mar; por cuyas orillas y con . e1 agua
á.
1~
cinta; lle–
. gar0n al. mes
y
medio
de
su
vi~je
:á
Sap.
s~bas~iart
de
Ura.bá.
.Enc;ontrábase · allí
·á·
la sazon' haciendo gente para
. entrar en la tierra recien.poblada por Rob1edo, Alonso
· de Hereélia, el cual, despues de recibir eon más aSDm–
bro que cari.dad al fundad9r de la nueva Antioquia
y
á sus mal
tr~chos
compañeros, e;iterado del caso .y mo- .
tivo de su arriesgada caminata, sin prestarles el más leve .
socorro, los detu'v9, los
d~spojó
de
c~ai:ito
traian
y
'dió
cu~nta
del suceso
á
su hermano-que ya estaba de
r .
vuelta en su gobernacion libre
y.
absuelto de la
res~dencia.:-· Acudió con presteza don Pedro,
aprob~.
todo
•
•
•
• 1
io hecho, pues entendí.a,
y
con, razon, .q
u~
la ciudad
.
,.
.
JJiuevarnen~€
fundada }'
s.usterminas entraban en los
de
Cartagena~
.Y
además de aprobarlo; formó
ca~·sa
á
Robledo,
y
con-ella y en ealidad de preso lo remitió
á
c.a~tilla.
Acto
in~s rigo~oso
en
apari~ncia
que en · el
fondo,
~od~
·vez que .la
i~itencion
de prisionero era ·
pasar
~
donde le
llevaba~.
Antes de· hacerse á la vela,
convinién~ole
que la