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en
Prólogo.
Despues de presenciar la justicia que se hizo del
jefe de lds rebeldes y de sus más leales partidarios
sobre el campo de combate, Cieza volvióse
á
Lima,
en cuya d udad se hallaba todavía cuando entró
el
vic–
torioso presidente, en medio de grandes fiestas
y
exa–
gerados regocijos y al aplauso de malísimas coplas,
el
I
7 de se tiembre de
I
5
48.
Por ese tiempo, Gasea,
instruido de los trabajos
~istórieos
que ocupaban al.
modesto soldado, y estimándolos en todo lo que valian,
J
le ordenó que escribiese ó
a~abase
la Crónica del Perú
con el carácter oficial de cronista de Indias, título que
el autor omitió en la portada de la Primera parte, pero
que ya aparece, como luégo veremos, en
el
epígrafe de
nuestro original de LA GuERRA
DE
Qu1To. La honrosa
distincion que Cieza mereció del presidente Gasea,
hecho hasta hoy, en mi entender, desconocido, consta
por un informe que Antonio de Herrera dió acerca
de los servicios de Hernan Mexía de Guzman á pedi–
mento de su hijo don Fernando, del cual, considerada
su importancia, extractaré los párrafos que hacen á mi
objeto:
" SEÑOR: D. Férnando
Mexía
de Guzman suplicó
á
V. M. que mediante que de
(sic)
los libros que tengo,"
sacase la razon que se. hallare tocante á los servicios de·
su padre hechos en el Perú,
y
V. M., por su decreto
de
I
7 de .abril de este año, en la Cámara Real y Su--